Poderosa ‘La fuerza de la tierra’

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

“La fuerza de la tierra’’ fue el título que abrazó el primer concierto de la nueva temporada de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Después de la exitosa participación de la orquesta en el Festival Casals, la Sala Sinfónica del Centro de Bellas Artes de Santurce, vibraba en la espera del delicioso menú que ofrecía el programa del pasado sábado 28, el cual estuvo salpicado del poder que tienen la melancolía y la tristeza en los grandes creadores.

La noche arrancó con el “Adagio para cuerdas, opus 11”, del compositor norteamericano Samuel Osborne Barber. Esta obra, que puede ser escuchada en muchas películas, programas de televisión y bandas sonoras de videojuegos, es en realidad el arreglo orquestal del segundo movimiento del “Cuarteto de cuerdas Núm 1 opus 11” de Barber, pieza más interpretada de su compositor y ejemplo excelente de su neoromanticismo. Se trata de un lamento en clave menor capaz de suscitar la más honda tristeza. La versión del maestro Maximiano Valdés con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, flotó, desde los primeros violines, reafirmados por las violas en la larga línea melódica del “Adagio” en las desplegadas alas de la belleza de la melancolía hasta la celebración de la última nota en el breve silencio del desvanecido acompañamiento. Perfecto heraldo de lo que venía a continuación: el “Concierto Núm. 24 en do menor” de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y la pianista Sara Davis Buechner.

Además de ser un gran músico, Buechner es una valiente ser humano. Su carrera se remonta a cuando todavía no se orquesta sinfonica la fuerza de la tirerra 2015había sometido al cambio de sexo. Para entonces, tocaba con las orquestas más prestigiosas de Estados Unidos y sus numerosos premios auguraban una gran carrera. Su historia es muy conocida y ha sido ampliamente comentada. Nosotros destacamos que Buechner, con su muy natural simpatía y asequibilidad, es dueña de un talento muy poderoso.
De los 27 conciertos para piano de Mozart, el Núm. 24 es uno de los dos que el genio compuso en tonalidades menores, y es, sin duda, el más conmovedor. Se dice que cuando Beethoven escuchó esta pieza, le dijo a su amigo pianista JB Cramer: ¡“Cramer, Cramer, nunca seremos capaces de crear algo parecido!”. La obra tiene el poder y la belleza de lo que puede ser internamente infernal.

Sara Davis Buechner interpretó a ese Mozart con exactitud cristalina. Mostró perfecto balance entre las dos manos. Su pedaleo fue preciso. Hizo parecer fácil y fluido lo que todos sabemos complicado. Lirismo, majestuosidad, esa lucha entre lo que duele y lo que se deja conocer, Buechner lo destacó a culminar. La profunda grandeza del “Larghetto” y la gracia del “Allegretto” final remataron una gran versión de esta obra maestra. Como propina, Buechner ofreció su interpretación de la danza “Soy feliz” de Juan Morell Campos, música, que según sus propias palabras había conocido el día anterior. Al tocar nuestra música con emoción y respeto, la pianista procuró nunca ser olvidada en Puerto Rico. Después, demostró su virtuosismo polifacético en las diferencias de estilo para interpretar un “Ragtime” del compositor norteamericano George Gershwin.

Al regreso del intermedio nos esperaba un banquete: la versión del maestro Maximiano Valdés de la “Primera Sinfonía en mi menor opus 39” de Johan Julius Christian Sibelius (1865-1957).

El camino que inició el compositor con la “Primera Sinfonía” es uno de los más destacados de la música de su tiempo. El origen de la “Primera Sinfonía” de Sibelius se sitúa en la dialéctica conflictiva personal del compositor entre la música pura y la programática. No obstante, de sus siete sinfonías, ninguna es programática. Aparte de lo interno del compositor, la realidad política de Finlandia era propia para la creación de una obra que se pusiera al nivel de las centroeuropeas. La obra de Sibelius logró lo anterior, y llegó a considerarse la primera sinfonía escrita en Finlandia para demostrar al mundo lo que la nación podía hacer.

A las riendas de Valdés, la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico desplegó su excelencia desde la bellísima introducción, con el trémolo del timbal y las melancólicas melodías del clarinete, que culminaron en la dramática exposición del primer tema. El intercambio en el “Allegro ma non troppo” fue transparente y expresivo con un fuerte contraste de carácter, que condujo al poderoso clímax. Destacamos la participación de los solistas.

En el segundo movimiento, “Andante ma non troppo lento”, con la presencia constante de una melancolía punzante, sobresalió el bello sonido de las cuerdas y se destacaron el chelo y el fagot. El Scherzo, áspero y jovial, se presentó, deliciosamente, de la misma manera. Se destacaron los timbales y las cuerdas en “pizzicato”.

El “Finale, Andante-Allegro molto”, se impuso con amplia sonoridad hasta el apasionado clímax y conclusión de redobles de timbal y acordes en “pizzicato” de las cuerdas en reminiscencia del primer movimiento. ¡Bellísimamente emocional! “La fuerza de la tierra” removió su poder con Maximiano Valdés y la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico.

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