Laureles para ‘El Alquimista’

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Hasta los que nunca leen saben de Paulo Coelho, y lo citan. Se diría que muchos le rinden culto de gran gurú. Nos agrade o no, lo cierto es que este novelista, dramaturgo y letrista brasileño es uno de los escritores más leídos del mundo, con más de 150 millones de libros vendidos en más de 150 países. Ha recibido destacados premios y menciones internacionales, es consejero especial de la Unesco para el programa de convergencia espiritual y diálogos interculturales así como Mensajero de la Paz de Naciones Unidas.

“El Alquimista” (1988) es considerada por muchos como la mejor novela de su autor, y ha sido traducida a más de 63 idiomas y publicado en 150 países. El libro trata sobre los sueños y los medios que utilizamos para alcanzarlos.
Cuando fuimos, el pasado domingo 12 de abril, al Teatro Alejandro Tapia y Rivera del Viejo San Juan, a ver la adaptación a teatro de Carlos Vega de la famosa novela de Coehlo, dirigida por Rafael Rojas para Coribantes, sabíamos que la producción había sido presentada en 2003, y merecedora de premios.

jose brocco en el alquimista 2015
José Brocco protagoniza la obra ‘El Alquimista’ que, en versión de Carlos Vega, presenta la compañía Coribantes en el Teatro Francisco Arriví. (Foto suministrada)

En 2003, fue nuestro primer actor, el fenecido Walter Rodríguez, quien interpretó al Alquimista, honor que le tocó en esta ocasión a José Brocco, quien, con Eric Pérez y Joaquín Jarque, formó parte del elenco en aquella muy y bien comentada puesta en escena en el Centro de Bellas Artes de Santurce.

Desde que entramos a la sala, nos llamó la atención la escenografía ya asomada al público por dos patas color oro y un telón negro que tenía proyectado en el medio el ojo de la providencia (alias: el ojo que todo lo ve, el ojo de Ra, el ojo de Horus, Delta Luminoso). Después de la tercera llamada, comenzaron a subir y a bajar gazas y telones tapizados, bañados por distintos efectos de esplendorosas luces, en un espectáculo estético, muy complicado en cambios y tráfico, que pocas veces podemos apreciar en producciones teatrales locales. Las luces trascendieron la textura del aire. Reconocemos que quedamos cautivados con la magia de creatividad de este montaje, el cual, en cuanto a escenografía, luces y vestuario, logró en todos los momentos y transiciones algo casi místico, con gradaciones de belleza abrumadora que superaban las combinaciones y expectativas del color.

La escenografía consistió de una combinación de todo tipo de telas y tapices, maximalismo del mejor gusto, usadas en su máxima expresión, ya fuera para formar un desierto, un oasis, una iglesia, un bazar, un lugar del pensamiento.

Toda alternativa de combinación y uso de las telas fue considerada y puesta a funcionar, sin timidez ni límites. ¡Cuánta creatividad! En muchas ocasiones, los cambios los hacían los actores como parte de escenas, ya fueran estas o no, escenas de transición. La sutil combinación de colores de la primera escena, el bazar, y los simpáticos camellos formados a la vista del público, insisten en nuestro recuerdo. Hubo unión escénica armoniosa entre escenografía, luces y vestuario. Coronamos con laureles al escenógrafo Norberto Barreto y al diseñador de luces Quique Benet. También coronamos con laureles a la diseñadora de vestuario Gloria Sáez, y por supuesto, coronamos con laureles al director Rafael Rojas.

El tráfico escénico del talentoso Rojas fue coreográfico y hermoso, los cuadros escénicos, estupendamente equilibrados con sensibilidad majestuosa. El director logró hacer sobresalir sus intenciones por encima de todo elemento humano en el escenario.

Las actuaciones (Josué Hernández, José Joey Ayala, Sivestre Ramos, Ricardo Santiago, Antonio Tony Torres, Fernando Cruz, Cecille Colón, Amar Sotomayor, Guillermo Enrique, Aniel David Pagán) fueron propias, correctas. Sobresalieron Sonia Paniagua (Vieja gitana y Mujer de negro), Joaquín Jarque (Vendedor de cristales, Guía en el desierto) y Eric Pérez (Viejo sabio). José Brocco, como el Alquimista, con su voz, figura y movimientos, le hizo un lindo homenaje a Walter Rodríguez con su actuación: ¡muy bien!

La participación de las Belly Dancers en el intermedio fue muy simpática. La coreografía de guerra de Marcos Garay tuvo mucha fuerza. La composición musical de Vicente Rodríguez fue bonita y efectiva, no obstante, había problemas de sonido en el teatro, y todas las participaciones grabadas no se escucharon bien. Tal vez deban nivelar el sonido, dado que, en ciertos momentos, opacaba las voces en el escenario.

En definitiva, la estrella brillante de esta producción es el espectacular montaje (Rafael Rojas), avalado por un equipo técnico de sueño (Norberto Barreto, Quique Benet, Gloria Sáez), equipo técnico dirigido por Eduardo Bobrén.

“El Alquimista” continúa en cartelera el próximo fin de semana (17-19 de abril). ¡La recomendamos!

 

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