Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Cada voz es un deleite.
Cada artista es un espectáculo aparte.
Y cuando coinciden en un escenario, como aconteció el sábado en el Centro de Bellas Artes de Caguas, el resultado es una presentación digna de la atención de los amantes de la canción popular en República Dominicana, Cuba-Florida, San Juan y Argentina.
Y es que el concierto “Voces Gran-Diosas”, conceptualizado por la experimentada productora Yolanda Díaz y cuya dirección musical fue delegada –en su mayor parte- en el bajista Eguie Sierra, reúne a las intérpretes Chabela Rodríguez, Maridalia Hernández, Lena Burke y Valeria Lynch en un libreto sagazmente hilvanado, a través del cual cada diva expone una síntesis de su repertorio, con el espacio, natural y casi espontáneo, para el intercambio y la interacción en una muestra de camaradería y compañerismo poco común en un mercado en el que los egos no pocas veces dictan las pautas.

En tiempos de la globalización de la cultura y de una severa recesión de la economía en Puerto Rico, la oferta del “mucho por poco” o del “más por menos” de “Voces Gran-Diosas” garantizaba un lleno de total. Pero, lamentablemente, el pasado fin de semana no hubo tanto dinero en el bolsillo y en San Juan hubo bastante actividad musical, incluso libre de costo.
Mas los espectadores de “Voces Gran-Diosas” disfrutaron a cabalidad de una producción de cinco estrellas; merecedora de una pronta reposición en San Juan y (¿por qué no?) de ser exportada a escenarios de Santo Domingo, La Habana, Miami y Buenos Aires.
Con la elegancia y formalidad que le distinguen, el actor Carlos Esteban Fonseca se desempeñó como maestro de ceremonia. Se desbordó en loas hacia las artistas y no fue defraudado: cada voz sustentó con creces sus palabras.
Como buena anfitriona, Chabela Rodríguez estremeció la sala con su poderosa voz, vibrato y excelente dominio del diafragma, paseándose a sus anchas por un cancionero en que convergen la herencia de la trova campesina con el romanticismo del bolero y la pertinencia social de poesía latinoamericana. No hay duda de que presenciamos a la nueva voz que puede ofrecer continuidad al legado de Mercedes Sosa y nuestro Roy Brown, evidente por demás en sus versiones de “Vengo a ofrecer mi corazón” y “Sal a caminar”.

Maridalia Hernández, conocida aquí a través de los discos “Soplando”, “Mudanza y acarreo”, “Mientras más lo pienso… Tú” y “Ojalá que llueva café” de Juan Luis Guerra & 440, es una Señora Intérprete de dotes histriónicos que personifica con elocuencia –amén de su proyección escénica, fraseo y recursos vocales- el drama de cada canción. Fue un regalo a los sentidos observar su musicalidad con los “scats” de “Canta mundo”, su donaire en “Hiéreme otra vez”, su sensibilidad en el clásico “Olas y arenas” de Sylvia Rexach y su fuerza interpretativa en las baladas “Te ofrezco” y “Para quererte”, con la que se adueñó hace ya unos cuantos añitos del aplauso unánime del monstruo del Festival Viña del Mar, en Chile. El sábado incorporó al soberano al interpretar “Quisqueya” y unir su voz a la de Chabela en la interpretación de “Preciosa” de Rafael Hernández. Igualmente encomiable fue el gesto de entonar “a capella” fragmentos del éxito “Amor de conuco” que popularizó junto a 440.
Lena Burke, por su parte, es otra multifacética artista que, con el acompañamiento de su piano acústico y el complemento de bajo y percusión, representa con luz propia a la nueva generación de exponentes femeninas del pop, pero con la formación y el bagaje para embarcarse con credibilidad en canciones tradicionales como el medley de éxitos de La Lupe que interpreta en el filme “La Mala” y el estándar “Lágrimas negras” que cantó con Chabela y Maridalia.

Valeria Lynch también es otra respetable dama de la canción. Con su director musical Daniel Vilá y el recurso de algunas secuencias, transportó al público a la década del 80 cuando trascendió como una de las voces más aplaudidas de la balada romántica con su peculiar temperamento e intensidad, evidente en canciones imperecederas como “Yo sin él”, “Que ganas de no verte nunca más”, “Amiga mía”, “Mentira”, “Piensa en mí”, “Fuera de mi vida” y “Como una loba”, que escalaron las listas de éxitos consolidándola como una las artistas más populares del hemisferio.
El telón del concierto “Voces Gran-Diosas” descendió tras una estremecedora interpretación del poema “Por qué cantamos” de Mario Benedetti, en la que Chabela, Maridalia, Lena y Valeria sellaron con altos honores una puesta en escena memorable que ratifica la excelencia y los detalles que caracterizan las producciones de Yolanda Díaz.