Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Ivania Zayas era una mujer con alas; muy receptiva a la voz de su corazón.
Su mejor amiga, la locutora Aitxa Santos, recordará a la fenecida cantautora como una incansable defensora de los ‘amordazados’ de la sociedad del siglo XXI; y de personas “sin voz”, como los seres desamparados y sin techo.
También solía desenfundar su inseparable guitarra para concienciar sobre las injusticias contra la mujer, víctimas de la violencia de género.
“También era muy solidaria con los sobrevivientes de cáncer. Hacía mucha labor social y eso le daba mucha satisfacción. Era ambientalista, amante de la naturaleza y de las cosas simples. No le gustaba el protagonismo. Era más que mi amiga, mi hermana”, recordó Santos en declaraciones exclusivas para la Fundación Nacional para la Cultura Popular que esbozan el perfil de la cantautora urbana que, a los 38 años, murió atropellada por un conductor irresponsable que, pudiendo socorrerla, cobardemente abandonó la escena.
Con dichas credenciales humanas, indiscutiblemente Ivania, libre como el viento, debía andar no solo la noche a solas, sino las madrugadas, mañanas, tardes y días de su cotidianidad pintada con los colores de la pasión.
La conocí allá para el 2002, cuando finalizaba la producción de su primer cd “Seres” con su banda Los Seres de Plasticina.
Entonces, este periodista producía y animaba por Radio Universidad el programa “Leyendas de Nuestra Música” que grabábamos los miércoles en la noche, coincidiendo con el turno de Ivania como operadora de control.
Con sus ojazos castaños brillando de alegría, se acercaba al estudio a escuchar las anécdotas de luminarias de la canción como Lucy Fabery, Ruth Fernández, Jerry González, Hilton Ruiz, Lucecita Benítez, Danny Rivera, Rubén Blades y otros a quienes saludó con admiración.
Sin mucho esfuerzo identificamos el talento y la originalidad de Ivania como cantautora que valientemente se lanzaba al ruedo en un momento en que parte de las multinacionales controlaban con la payola la música que tocaba o no tocaba la radio comercial de Puerto Rico.
Mas, con su espíritu rockero y su alma de bohemia insaciable, asumió el reto de sacar la cara por las cantautoras de su generación, plasmando en el cd “Seres” una obra de arte visionaria y vanguardista, reuniendo a talentos del jazz y el folclor, como Charlie Sepúlveda, Ricardo Pons, Nellie Lebrón, Héctor Calderón y Brenda Hopkins, entre otros que emprendieron con entusiasmo su recorrido por el pentagrama del rock, el bossa nova, el jazz y la bomba.

“Sabía que por ser mujer en el campo en el que se desempeñaba le costaría mayor esfuerzo, pero eso no la amilanó; al contrario, estaba consciente de que haría la diferencia y abriría el camino para las futuras cantautoras”, señaló su mejor amiga, Aitxa Santos.
Su autenticidad le mereció ser seleccionada por este periodista para un reportaje en la serie especial “Compositoras de Puerto Rico”, su primera entrevista en grande, con un despliegue similar al recibido por Ketty Cabán, Zoraida Santiago y otras.
En esa primera entrevista Ivania reveló que su padre, el trovador Ángel Luis Zayas, y sus hermanos Mary y Ángel, se acuartelaban en una habitación para ensayar mientras ella, en plena infancia, acercaba sus orejas a la pared de madera de su hogar en Salinas para escuchar sus interpretaciones.
Aunque la guitarra electroacústica era su instrumento favorito, Ivania también tocaba trompeta, siendo seleccionada a los 13 años para tocar en la banda escolar de su pueblo natal, tras una audición a decenas de estudiantes.
En la entrevista publicada en 2005, y que en estos días –ante la falta de sustancia y profundidad periodística- han reproducido los medios, Ivania confesó que por las noches conciliaba el sueño escuchando la obra de Silvio Rodríguez, Ana Belén y Soledad Bravo.
“La música de Silvio me parecía mágica”, afirmó entonces.
Ya establecida como cantautora, en sus presentaciones en la Fundación Nacional para la Cultura Popular, en sus colaboraciones con la trombonista May Peters y en sus amistosos juntes con artistas como la veterana Flora Santiago, Ivania cantaba los grandes clásicos de la trova latinoamericana; le rendía tributo a Brasil y le impartía acordes y voces a los poemas de Julia de Burgos.
Aquella tarde, en su apartamento en un condominio aledaño al Condado, su guitarra, su colección de discos, su hamaca y su bicicleta eran testigos elocuentes de la sencillez y sensibilidad de esta mujer puertorriqueña.
Y es que Ivania, hermana de la ex Miss Puerto Rico, Elizabeth Zayas, creció entre personas maduras y, como es natural, se identificaba con sus quimeras y frustraciones. Parte de su legado son las composiciones “Si supieras”, “Fantasía”, “Es imposible ahora”, “Seres de Plasticina”, “Alfonsina” y otras, cuyos arreglos discurren entre la bossa nova, el samba, el blues, el rock, la cumbia y el bolero, y cuyas letras versan sobre las injusticias de la vida y el amor como remedio a los males del planeta.
“Me han molestado mucho las injusticias del mundo. Bien adentro de mí, late una preocupación fuerte porque me duele ser parte de lo que soy parte; de los daños al medio ambiente, la pobreza y la explotación”, confesó entonces Ivania, la cantautora más ecléctica de su generación.
Sin fanfarria, como acostumbraba, Ivania Zayas se disponía a publicar su tesis de maestría “La Invisibilidad de la Mujer en el Género del Bolero”. “Ella le estaba haciendo una revisión para entregarla. Ella hace referencia a las boleristas, en la época de Sylvia Rexach, Lucy Fabery, entre otras, y como sus experiencias las plasmaron en el pentagrama musical, y lo mal visto que era en la sociedad, sobre todo por los hombres en aquella época. También menciona a Julia de Burgos en el mismo contexto. Estuve en la presentación y disertación de su tesis, junto a sus familiares”, reveló Aitxa Santos.
Ivania practicaba un ritual muy suyo: le resultaba suficiente encender una vela, un incienso y abrazar la guitarra para, entre copitas de vino tinto, cantarle a las cosas de la vida; a los amores visibles e invisibles.
“Mis canciones son muy sentimentales y tienen una atadura inevitable con la realidad. Al componer, sólo escucho los latidos de mi corazón, respetando mucho el lenguaje del silencio porque a veces no todo se expresa con palabras”, dijo.
Este sábado sus amigos encenderán velas, afinarán sus guitarras y le dedicarán sus más sentidos versos en la actividad “Caminando a solas con Ivania”, en el lugar (esquina 65 Infantería con el Expreso de Trujillo Alto) y a la misma hora (1 a.m.) de su trágica despedida de este mundo por la negligencia de un conductor irresponsable.
Allí, de seguro me parecerá escuchar a la cantautora afirmar que no planifica mucho por miedo a sufrir desilusiones y que el viento siempre la llevará a la guitarra, su lugar de origen que la perpetúa más allá de la eternidad.
(Jaime Torres Torres es perodista independiente con más de tres décadas de labor en los medios nacionales)