Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Un fenómeno de una magnitud inusitada está produciéndose en el mundo musical puertorriqueño: toda una nueva generación de jazzistas se levanta y deja constancia de su trabajo –memorable en ocasiones, entretenido y estimulante siempre- en grabaciones que serán referencia obligada para los nuevos músicos y amantes del jazz que vayan surgiendo en el futuro.
Uniendo el conocimiento de la tradición a un gran sentido de libertad, estos músicos están decididos a hacer lo

suyo, sin limitarse necesariamente a los parámetros del jazz –como el sentido de blues, la improvisación y el interplay entre los músicos- pero utilizándolos para dar cauce a su propia expresión.
Sin embargo, lo que hace más interesante la producción musical de estos “young lions” puertorriqueños –para utilizar un término que estuvo en boga a principios de los años 1990 en referencia a la generación que, básicamente, rescató la vigencia del jazz acústico- es que su apropiación es doble: no solo toman del jazz, sino que recrean también la tradición musical popular puertorriqueña, incluidas la bomba, la plena, el aguinaldo y toda una larga y rica historia de hermosas canciones.
Ese es el caso, por ejemplo, del Guess Who Jazz Quartet, en cuyo álbum “Ready for Departure” toman como punto de partida para sus improvisaciones jazzísticas temas del acervo musical boricua como “Soñando con Puerto Rico” de Bobby Capó, “Querube” de Pedro Flores y “Amanecer borincano” de Alberto Carrión. En álbumes como este, los clásicos se reinventan y lo nacional se redefine, con otros colores y perspectivas, proyectándose hacia el escenario mundial que el jazz por su naturaleza y el Internet por su alcance posibilitan.
No es la primera vez que esto sucede, valga la pena aclararlo. Los músicos de jazz siempre han hecho suyas las canciones o temas populares que estimulan su imaginación. En el caso nuestro, David Sánchez y Miguel Zenón sembraron buena parte de las semillas de lo que se cosecha hoy. Pero lo que llama la atención es la consistencia y la creatividad demostrada por un alto número de músicos puertorriqueños o radicados en Puerto Rico, que en 2014 produjo una histórica zafra de 20 álbumes de jazz de notable calidad.
Producciones como “Vital”, de Jonathan Suazo, con su rica y variada melodiosidad; “Tamarindo”, de Víctor Román y su grupo Cinco Esquinas,

y su sabroso jazz latino; “Despertar”, de Gerson Orjuela y su grupo G6, que incluye tanto sus composiciones propias como una interpretación de un tema clásico de John Coltrane; “Origen” de Luis Raúl Romero y Holograma, con su cinemático jazz-rock; “Sr. Langosta”, del grupo homónimo, experta combinación de jazz y funk; la “nueva fusión” de Joan Torres y su grupo All Is Fused en “The Beginning”; los variados “moods” y melodías del grupo Caffez en “Music and Friends” y el proyecto múltiple “Jazz Quintuplets”, de Edgar Abraham, dan cuenta de la riqueza y la calidad del jazz (y sus distintas vertientes) hecho por jóvenes músicos de aquí.
A estos álbumes se les unen otros producidos por músicos con carreras ya establecidas, como “Aeropiano” de Brenda Hopkins-Miranda y “The One” de Luis Marín; y aun otros más, hechos por puertorriqueños residentes en Estados Unidos, como “Martha”, de Roy McGrath; “Identities are Changeable” de Miguel Zenón; y “Estrella de Mar”, de Mario Castro; o en España, como “Subidor”, de Fernando García, todos de muy alto nivel musical.
Las posibilidades son infinitas cuando el jazz se combina con otros estilos y tendencias musicales; más aún cuando hay una voluntad clara de parte de los músicos de manifestar su propia visión. Eso, felizmente, es lo que está sucediendo en Puerto Rico, y que muy bien podría continuar en 2015, con el estreno de nuevas grabaciones como “Almas lúcidas”, del pianista Manolo Navarro.