Por Gabriela Ortiz Díaz
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La sede del Colegio de Abogados se estremeció con la calurosa y puntual apertura de aquella fiesta de tambores. Las manos sobre los cueros se hicieron sentir en ese recinto durante las casi cinco horas de fogosidad ininterrumpida. Cual eco ancestral, la africanidad bailaba en todos los presentes. “¡Puerto Rico es bomba y sabe a cultura!”, pregonaron – y pregonan – con regocijo los integrantes de la Escuela de Bomba y Plena Doña Caridad Brenes de Cepeda y su anfitriona Margarita “Tata” Cepeda, quienes celebraron por todo lo alto el 13er aniversario de esta ejemplar escuela de baile y percusión.
La misión principal de esta institución es enaltecer la relevancia de la bomba y la negritud en nuestras vidas fomentando el valor propio y la buena autoestima de cada estudiante. “Día tras día nos esforzamos y trabajamos arduamente para llevarle a nuestra comunidad una gestión cultural de calidad y altura. Queremos que todo Puerto Rico baile sin pena y sienta, como yo, que nuestros tambores de bomba alimentan el alma”, expresó Tata Cepeda. La periodista Millie Méndez fue más que una maestra de ceremonia, pues se integró con el público y bailó durante toda la actividad.
Primero, encendieron el escenario “Abrante y su tribu” con una energía contagiosa que pasaba de los barriles al corazón del público. Los jóvenes

que componen este grupo son excelentes promotores de la bomba, puesto que funden los diferentes ritmos de este género musical, los sonidos de instrumentos de viento y las composiciones de sus sencillos que relatan la contemporaneidad social de Puerto Rico. Como agrupación emergente, fundada recientemente en Loíza, se han propuesto difundir la cultura con respeto y humildad. Porque han logrado ese propósito con su ejecutoria, durante esa noche les rindieron un especial homenaje que les tomó por sorpresa y los conmocionó mucho.
La rumba nocturna continuó con las declamaciones de poesía negrista del magistral Julio Axel Landrón. Entre comentarios alegres y de odas a la gestión cultural que hace Tata con su Escuela, recitó tres poemas; uno de ellos, “El melaero” de Fortunato Vizcarrondo. Este portavoz de la negritud integra en sus espectáculos el drama, el baile, el sonido de la percusión y la alegría de compartir la esencia de la raza negra.
Viento de Agua, agrupación creada en Nueva York en 1997 por los músicos puertorriqueños Héctor “Tito” Matos (compositor, percusionista y cantante), Ricardo Pons (arreglista, flautista, saxofonista y director musical) y Alberto Toro (arreglista y saxofonista), provocó que el público volviera a ponerse en pie y bailara al son de los ritmos afro-caribeños que fusionan con el jazz. Esta banda se compone de 12 músicos que hacen vibrar instrumentos como: la batería, el barítono, el trombón, el saxofón, las panderetas y la trompeta. Entre otros temas, en esta ocasión interpretaron “Ciudadano del mundo” y “La reina mía”.
Un bombazo extenso marcó el final del aniversario, que parecía no querer terminar. Alrededor de ocho tambores se alinearon en fila y explotaron en sabor. Así, cualquier persona del público pudo bailar o tocar uno de los barriles. Una rueda gigante que sirvió de escenario para los bailadores, formó el núcleo del cierre de este festín que celebró y enalteció con dignidad nuestra cultura puertorriqueña y la difusión de esta que hace la escuela dirigida por Tata Cepeda.