Por Miguel Diffoot
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Lupe Victoria Yolí Raymond, mejor conocida como La Lupe, es una figura que aún arrastra críticas y elogios por su voz metálica y estridente, así como por su conducta estrafalaria en el escenario. No cabe duda que su nombre, con el tiempo, ha ido adquiriendo fuerza y el respeto de los amantes de la música latina. Luego de un período en donde su figura parecía haber desaparecido, resurge gracias al reconocimiento de importantes figuras como Pedro Almodóvar. No es la primera vez que es objeto de adoración, pues los escritores Guillermo Cabrera Infante, Ernest Hemingway, Jean Paul Sartre, así como el pintor Pablo Picasso, alabaron sus ejecutorias en escena. A partir de su muerte el 28 de febrero de 1992, La Lupe ha sido homenajeada en novelas, en cine, con calles que ahora llevan su nombre y, por supuesto, en teatro.
El pasado 18 de octubre, la actriz Sully Díaz se transformó en La Lupe en el musical titulado “La Reina… La Lupe… El Musical”, en la sala René Marqués, del Centro de Bellas Artes de Santurce, volviendo a repetir el éxito obtenido hace una década. Una orquesta de ocho músicos la acompañó a través de toda la velada: precisión, buen sonido y una excelente labor de conjunto en sus intervenciones con la actriz. Los miembros de la orquesta son Manolo Navarro, director-piano; Jorge D. Rivera, bajo; Leonald Vélez, trompeta; Roberto Calderón, saxofón tenor; Luis M Rodríguez, timbal-coro; Charlie Santiago, congas-coro; Víctor Serrano, bongo-coro; y Carlos Cruz, teclados.
El libreto de Rafael Albertori nos narra, en primera persona, la vida de la cantante desde sus inicios en Cuba, cantando en distintos locales habaneros; su paso por el Trío Tropicuba, junto a su primer esposo Eulogio “Yoyo” Reyes; su partida a México; y, luego, a Nueva York tras problemas con el nuevo régimen del Comandante Fidel Castro, el cual cuestionaba su estilo al cantar; su encuentro con Mongo Santamaría y Tito Puente; sus éxitos en el Carnegie Hall y el Madison Square Garden; su descenso durante la dedada de los 70’s a causa de problemas personales; la mudanza a Puerto Rico; su posterior conversión a la religión evangélica; y muerte en su apartamento del Bronx, a causa de un paro cardíaco. Esta es, a grandes rasgos, la vida de “La Reina del Soul Latino”.
La actriz y cantante Sully Díaz hizo gala de sus capacidades histriónicas para transformarse en cuerpo y alma en “La Lupe”. Desplegó una energía inagotable en todo momento y, a juzgar por las reacciones del público que llenaba a capacidad la Sala de Drama René Marqués, logró la encomienda con creces. El público aplaudía a rabiar con cada acorde inicial de las canciones interpretadas por la actriz: “Qué te pedí”; “Puro teatro”; “La tirana”; “Once We Loved (Se acabó)”; y “Fiebre (Fever)”, entre muchas otras. Todas las características de la cantante se hicieron notar en la entrega de Díaz: el acento al hablar, en inglés o en español; sus exabruptos escénicos, como tirar los zapatos o golpear al pianista con ellos; arrancarse las pestañas; arrastrarse por el piso… todo eso y más fue el saldo de una velada de buena música, de excelentes interpretaciones cantadas y de una magistral versión de La Yiyiyi.
El éxito del espectáculo también recae en la iluminación y proyecciones variadas y coloridas; el excelente maquillaje de Bryan Villarini; el sonido impecable; un vestuario a la medida; unas coreografías sencillas pero justas -trabajadas por Marcos Garay-, las cuales acompañaban o cubrían las transiciones; y, por supuesto, la dinámica dirección de Marieli Durán.
Agradecemos a Aníbal Rubio y Producciones Acrópolis por traernos este banquete de recuerdos y esperamos que se repita. ¡Felicitaciones!