Por Miguel Diffoot
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Se levantó el telón puntual, a las 8, la noche del sábado 4 de octubre, en la Sala de Festivales Antonio Paoli, del Centro de Bellas Artes de Santurce, para dejar ver un fondo estrellado, seis músicos y a la “Voz Nacional” Luz Esther Benítez, quien fue recibida por un público ansioso y entusiasta con un sonoro aplauso de bienvenida. Con los acordes de “Gracias a la vida”, de la compositora chilena Violeta Parra, dio comienzo su recital. A partir de ese momento, quedaba claro que sería una noche plena de poesía y canciones con sentido, interpretadas con el toque único que nuestra “Luz” sabe bien darles. Su inconfundible voz, potente y sentida, se mantuvo vibrante durante toda la velada.
“Si se calla el cantor”, de Horacio Guarany, fue la siguiente interpretación, dedicada a todos aquellos héroes musicales que han puesto sus vidas en peligro por defender a los humildes y oprimidos. Le siguió un excelente segmento de temas de la autoría del cantautor cubano Silvio Rodríguez: “La maza”, “Días y flores”, “Yo digo que las estrellas”, culminando con una impactante entrega vocal en la hermosa pieza “En el claro de la luna”.
La siempre emotiva “El breve espacio en que no estás” y la nostálgica “Años”, ambas del también cantautor cubano Pablo Milanés, fueron de las más aplaudidas. “Hombre en el tiempo”, no tan popular como las anteriores, de Armando Tejada Gómez y César Isella, fue una agradable sorpresa para una noche ya de por sí sublime, con una convincente y poderosa interpretación de Benítez.
La inolvidable tucumana Mercedes Sosa se despidió de este plano terrenal hace cinco años justos. En palabras de la propia Lucecita, esta grandiosa artista fue “la más importante artista latinoamericana del mundo”. Comenzó cantando canciones que preocupaban y ofendían a las autoridades por lo que fue ‘echada’ de su país Argentina por los milicos y exilada en París, en donde sola, con sus dos hijos como única compañía, inició una nueva vida creando -junto a otros artistas que habían corrido la misma suerte- un conglomerado histórico de voces en pro de la justicia y la igualdad. Años más tarde, los mismos que la habían rechazado y expulsado del país, la invitan a regresar. Millones de personas la reciben en un acto monumental de justicia y amor.
La pieza “Triunfo agrario”, de Alfredo Zitarrosa, tuvo dificultades rítmicas que no pudieron ser superadas por nuestra cantante bayamonesa. No obstante, culminó con éxito la primera parte de su espectáculo con la emblemática “Cuando tenga la tierra”, de Daniel Toro y Ariel Petrocelli.
Tras un breve intermedio se escucha, del cantautor chileno Víctor Jara, “Plegaria a un labrador”, continuando con más de Silvio Rodríguez. “Ojalá” y “Unicornio azul” son de esas canciones que, no importa el intérprete, reciben un aplauso inmediato con tan solo escuchar sus acordes iniciales. Sentada a un extremo del escenario y bajo un halo de luz, la cantante emocionó con su sensible propuesta del “Unicornio”.
“Castigo” y “Sin tregua” fueron dos de las poesías musicalizadas escogidas para el evento en cuestión, ambas de
Para culminar el homenaje no podían faltar canciones que Mercedes Sosa convirtiera en clásicos de la trova: “Todo cambia”, de Julio Numhaüser; “Solo le pido a Dios”, del argentino Leon Gieco; y “Hermano, dame tu mano”, de Jorge Sosa y Damián Sánchez, la cual Lucecita había interpretado anteriormente en su exitoso concierto ‘Traigo un pueblo en mi voz’.
Como regalo adicional -y a petición del público-, Lucecita se despide con la inolvidable “Génesis”, del compositor puertorriqueño Guillermo Venegas Lloveras, recibiendo una merecida ovación de pie tras una muestra más de gran voz y de veteranía escénica.
El telón estrellado, los constantes visuales en el ciclorama y las luces de Jaime Cobas fueron un aditivo de elegancia durante todo el concierto. Especial mención merece el grupo de excelentes músicos: Juan Carlos Rodríguez en la guitarra; Fernando Muscolo en el teclado; Raúl Rodríguez en la percusión; Ramón Luis Irizarry en el bajo; Héctor “Ito” Colón en la batería; y, en el piano y la dirección musical, el maestro Juan Carlos Vega.
Una preocupación aparte que es meritoria mencionar: no es la primera vez que escuchamos la queja de un artista hacia el sonido en el Centro de Bellas Artes, tanto en sala como en el escenario. Es imprescindible que el público escuche con claridad; pero, también, el artista debe sentirse cómodo y escucharse a sí mismo para llevar a cabo su función con excelencia. Es labor del Centro de Bellas Artes o de quien tenga la responsabilidad directa, corregir estos tropiezos técnicos, que dejan un mal sabor en el espectador por las constantes interrupciones de un evento por el cual se paga para disfrutar. El hacer un ‘buen sonido’ es también un arte que debe recaer en profesionales conocedores de la materia y no en manos inexpertas. Mayor atención para la próxima.
Ficha técnica –
Sonido: Manuel Comunada y Peyo; Diseño de luces y escenografía: Arquitecto Jaime Cobas; Luminotecnia: Carlos Rivera; Montaje: Técnicos de CBA; Producción: César Sainz y Lucecita Benítez.