Jazz con tradición, hecho en Puerto Rico

Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Dexter Gordon partió físicamente hace ya varios años, pero su inspiración sigue viva en las interpretaciones de músicos como Víctor Román, cuyo sonido en el saxo tenor recuerda al del gran saxofonista.

Así quedó evidenciado el pasado viernes 26 durante la presentación del CD “Tamarindo”, a cargo de Román y su banda 5 Esquinas, en la Fundación para la Cultura Popular en el Viejo San Juan.

Román y su banda, integrada por Víctor Morales en la guitarra eléctrica, Gabriel Rodríguez en el bajo eléctrico, Javier Calzada en la batería y Gadwin Vargas en las congas, revalidaron además varios de los elementos que hacen que el jazz sea jazz: el trabajo en equipo, la inspiración y la atención a la melodía y a un sonido cuidadosamente elaborado.

“Esta es una noche de amigos y gente chula. Lo que les vamos a presentar es música artesanal, hecha con los dedos y la bocas”, dijo Román, quien explicó el origen del nombre de 5 Esquinas. “En el argot de los músicos, cada ‘esquina’ es una actitud, una manera de tocar. Aquí tenemos cinco músicos, cinco esquinas que nos permiten pasar de un estilo musical a otro con facilidad”.

El espacio para conciertos de la Fundación para la Cultura Popular es íntimo, con excelente acústica y, por lo tanto, idóneo para esa proximidad entre músico y oyente que posibilita el buen jazz. El marco ideal para el sonido robusto del saxo tenor de Román, que expresa el sabor del jazz más genuino, con un swing natural y frases cortas de bebop, cada una de ellas cargada con un peso específico.

Un ejemplo de ello fue el enérgico bossa nova “Play First”, en el cual el solo de Román mostró huellas de toda una tradición y una sabiduría acumuladas, y en el que sobresalieron también los solos de Morales en la guitarra y Rodríguez en el bajo, ambos muy fluidos y melódicos.

“No hay sombra sin luz”, una meditabunda balada cuyo mensaje, según dijo Román, es “no te ahogues en los problemas”, fue otro de los temas sobresalientes de la noche. Si es cierto, como dicen algunos, que las piezas lentas son las que verdaderamente demuestran de qué está hecho un músico, Román demostró aquí ampliamente no solo su profundidad emocional sino también su perfecto control técnico, con un sonido hermoso y oscuro en su saxo tenor, cuidada entonación y concentradas y precisas frases.

Una versión libre del clásico “Chega de Saudade”, de Jobim y De Moraes, en ritmos que alternaban entre el festejo peruano y el swing y referencias a otros temas clásicos de Brasil como “Wave” y “Quiet Nights”, fue otra de las interpretaciones mejor logradas, con un poderoso solo del líder.

Román hizo aquí un alto en el concierto para dar paso a un momento emotivo. “Quiero dedicar públicamente la grabación a mi maestro José A. Tirado, quien no solo me ayudó a mí sino a tantos otros que fuimos sus estudiantes”, dijo. Tirado, quien ha dirigido la Banda Municipal de Manatí durante 60 años y compuso dos de las piezas del disco, incluyendo la que le da título, no pudo estar presente por razones de salud. Román le hizo entrega de una placa conmemorativa a su nieto XXX, quien acudió a representarlo.

El excelente “interplay”, o trabajo en equipo, de que es capaz esta banda quedó demostrado en el siguiente número, precisamente el titulado “Tamarindo”, una combinación de sabor latino y jazz “straight” con potentes solos de bajo y congas a cargo de Vargas y Rodríguez, respectivamente.

Las dos próximas piezas contaron con un invitado de lujo, el trompetista Humberto Ramírez, a quien Román describió

El trompetista Humberto Ramírez fue el invitado de Víctor Román y su banda 5 Esquinas. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)
El trompetista Humberto Ramírez fue el invitado de Víctor Román y su banda 5 Esquinas. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)
como “mi maestro tanto en lo musical como en las facetas de producción y cómo conducirse en este ambiente”. La primera de ellas fue “Amigos juntos”, una composición del desaparecido Mario Rivera con ecos de “Mack the Knife” y “It Don’t Mean a Thing (If It Ain’t Got that Swing”) de Duke Ellington, interpretada con una suave y dulce cadencia. Ramírez hizo gala de su maestría con un solo de trompeta asordinada de gran melodiosidad y estructura. La banda, en general, mostró un sonido tan depurado como equilibrado, especialmente Javier Morales, quien mostró en su improvisación influencias de dos grandes guitarristas: Wes Montgomery y Mark Whitfield.

Aunque el segundo invitado de honor, Millo Torres, no pudo estar presente por hallarse aquejado con el virus del chikungunya, la banda interpretó un tema suyo, “Haciendo tiempo”, que fue un verdadero viaje a los tiempos del sonido clásico de Blue Note, hacia los años 60. Escuchando los inspirados solos de Ramírez y Román era inevitable pensar en algunos de los originadores de ese sonido, padre de lo que luego llegaría a ser el boogaloo, tales como el saxofonista Stanley Turrentine o el trompetista Lee Morgan.

Los aires orientales y seductores de “Bagdad”, otra pieza de José A. Tirado con ecos del clásico “Caravan” de Juan Tizol, cerraron la noche con arrolladores solos de conga y saxo, la conclusión perfecta para cerca de dos horas de buen jazz, firmemente enraizado en la tradición pero con el claro sello de haber sido hecho en Puerto Rico.

(Ragui Vega Curry es un periodista independiente con cuatro décadas de experiencia en el campo de las comunicaciones)

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