Buika aumenta temperatura en San Juan

Por Gabriela Ortiz Díaz
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Fue una noche calurosa en el Paseo de la Princesa del Viejo San Juan. La muchedumbre sudó un calor estampado en aquel momento de versos y cajón flamenco. Tras la incursión al mundo de la poesía, la cantante mallorquina Concha Buika declamó sus versos en aquel calor, provocado también por el acogimiento que le dieron los puertorriqueños.

Como parte del quinto Festival de la Palabra de Puerto Rico, invitaron a esta artista afro-española – nacida en Palma de Mallorca de padres oriundos de Guinea Ecuatorial, África – para que presentara al aire libre su segundo libro publicado: “A los que amaron a mujeres difíciles y acabaron por soltarse”. Un vasto público se reunió para escucharla y luego de cada declamación de la artista, resonaban las ovaciones y las exclamaciones al unísono de varios “¡bravo!”.

Ya desde la primera interpretación, el sonido del cajón perseguía la potencia de los versos y complementaba la intensidad de los cantes jondos de Buika. Ese primer poema, “Lengua extraterrestre”, presenta, metafóricamente, un reclamo para que se aúnen las voces del mundo: “al fin, hoy, la voz de todos los pueblos es la lengua en sí del universo y de todos los seres que lo pueblan”.

El segundo poema declamado, plasmó un juego de identidad. ‘Soy’, como se titula, trasciende el dilema shakesperiano de ser o no ser y establece un problema metafísico de la existencia ligado a la conformación del ser humano en sociedad. En este poema, se funden muchos “yo”: lo que se es y lo que se piensa; un yo que se define a base de lo que se sabe, se cree, se siente, se hace; un yo presente o pasado. Para Buika, la existencia y complicaciones de los seres humanos se resumen en que “somos ‘yos’ inmensos con problemas de espacio dentro de estos cuerpos pequeños condenados a creernos infinitos”.

Con un movimiento delicado, la mano de Buika servía de señal para que Ramón Porrina, el percusionista español que la acompañaba, comenzara a dar toques sobre el cajón flamenco. Así, la artista empezó a declamar el tercer poema, ‘La noche más larga’. Éste fue un “canto de cocina” con el que dice medir los tiempos de cocción, al igual que lo hacía su madre. De hecho, el libro contiene 18 poemas, cuatro cuentos y 12 cantos culinarios, además de una pequeña exposición de fotos. De igual manera, recitó ‘Yo te digo tú’ y ‘Los locos’, que expone el tema de las decisiones que tomamos en todo momento.

Buika aprovechaba la pausa entre interpretaciones para entrar en detalles. En algún momento, habló de que no le gusta establecer diferencias entre canciones y poesías: “estamos en el arte y cuando cruzamos esa línea usamos las mismas notas, los mismos acordes, los mismos secretos. Una canción es un contenedor de secretos, es como un beso, como un sueño, el tiempo ahí desaparece”.

Al igual que encontró en el flamenco un medio de expresión, ella siente que la poesía es un terreno en el que el pensamiento es libre. A manera de agradecimiento por la acogida que le dieron en Puerto Rico y la oportunidad otorgada de presentar su libro, comparó sus Islas Baleares, en Palma de Mallorca, con Puerto Rico en términos de la constitución geográfica, y advirtió a los demás países de gran trayectoria literaria a que “echen un ojo y aprendan de los lugares chiquitos como éste”.

El espectáculo finalizó con la entrega de una artesanía de los Tres Reyes Magos con la monoestrellada de azul celeste en el fondo que la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, le obsequió a la estrenada poeta “para que nunca se olvide de Puerto Rico”.

Luego de la consabida petición de “otra”, Buika regaló al público una de las canciones convertidas en esos flamencos que la han hecho artista reconocida a nivel mundial: ‘Que nadie sepa mi sufrir’, del compositor argentino Enrique Dizeo.

A través de sus versos, de su voz y simpatía, Concha Buika desparramó sus acalorados sentimientos en aquella tarima, que durante el quinto Festival de la Palabra, le sirvió de antesala a la Bahía de San Juan. Esa emoción con la que la artista invitada interpretó sus poemas musicalizados, sin duda, estuvo cargada de la fuerza que dicta la palabra, “que es los que nos condena, pero al final, lo que nos libera”.

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