Abanico de adjetivos para ‘The Sound of Music’

Por Miguel Diffoot
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

El Teatro Repertorio de la Universidad de Puerto Rico, en su afán por presentar grandes producciones en donde entrelazan al talento de jóvenes universitarios con la experiencia de probados profesionales de las tablas, se dio a la tarea de presentar un clásico entre clásicos en el Teatro de la U.P.R.: “The Sound of Music”, musical de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, en una excelente versión al español de Jorge Pérez Renta, con la colaboración de Edgar M. Garcia Rivera en la traducción de las canciones.

Basada en la historia verídica de María Augusta Kutschera, su relación con el comandante Georg Ludwig von Trapp y los siete hijos nacidos del primer matrimonio del mencionado héroe naval, “The Sound of Music” ha capturado la imaginería popular desde que fue llevada al teatro en 1959, con la conocida cantante y actriz Mary Martin interpretando a la novicia María Rainer. Pero, sobre todo, este musical se popularizó aun más a partir de la versión cinematográfica estelarizada por Julie Andrews y Christopher Plummer en 1965.

Trasfondo de la obra –

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Dagmar Rivera (Baronesa Schreider), Braulio Castillo hijo (Capitan Von Trapp) y Julio Enrique Court (Tío Max) en una escena del musical. (Foto J. Pérez Mesa)

La trama se desarrolla en Salzburgo, Austria, en 1938. Una joven novicia, María Rainer (Lourdes Robles), se despide de las montañas en las que ha crecido para dedicar su vida al servicio de Dios. La Abadesa (Margarita Castro-Alberty) le sugiere pasar un tiempo fuera de los muros de la abadía para que descubra si en realidad está preparada para la vida monástica. Entonces, María es enviada a trabajar como tutora de los siete hijos del Capitán Georg von Trapp (Braulio Castillo hijo). La joven llega a la villa del Capitán, quien le explica sus deberes y cómo deben comportarse sus hijos: con absoluta disciplina y rigor militar. A solas con los siete hijos del Capitán, María les enseña a cantar -rompiendo el patrón de las anteriores tutoras-, convirtiéndose de esta manera en amiga y cómplice de los chicos, sobretodo de la mayor, Liesl, (Yeidimar Ramos) quien tiene un romance con el joven mensajero Rolf (Ulises Santiago).

Luego de un mes de ausencia, el Capitán regresa con la Baronesa Schreider (Dagmar Rivera) y el Tío Max Dettweiler (Julio Enrique Court). Aunque al principio se muestra molesto con María por la forma en que los viste y por enseñarles a cantar, finalmente, el Capitán acepta con gusto la música en su casa, reconociendo el bien que ésta les hace a sus hijos. La Baronesa sospecha de la relación entre el Capitán y María, pero se consuela con saber que la novicia debe regresar a la abadía en poco tiempo.

Von Trapp celebra una fiesta para presentar a la Baronesa; y María, entretanto, intenta enseñarle unos pasos de baile a uno de los niños. Entonces, el Capitán interviene y baila con ella. En ese momento, María descubre sus sentimientos hacia el Capitán y decide huir a la abadía. Pero allí, la Abadesa se percata de los verdaderos sentimientos de María y le convence de enfrentarlos.

El Tío Max, maravillado con las voces de los niños, decide que deben participar del Festival de Kaltzberg que él mismo organiza. María regresa y el Capitán finalmente le declara su amor rompiendo el compromiso con la Baronesa. A la par con la historia, corre otra historia: Austria ha sido ocupada por los alemanes. Por su parte, el Capitán se niega a izar la bandera del Tercer Reich en su casa y prohíbe a los chicos cantar en el festival; pero dadas las circunstancias ante la ocupación alemana, se ven obligados a participar. Al final, la familia interpreta “Edelweiss”, diciendo con esta canción adiós a su patria. Cuando se anuncia el triunfo de la familia von Trapp en el festival, ya éstos han huido a la abadía para, luego, con la ayuda de las monjas, cruzar a pie los Alpes para escapar, como única solución ante el asedio de los alemanes.

La producción en detalle –

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María (Lourdes Robles) y los niños Von Trapp interpretan “Mis cosas favoritas” una de las canciones emblemáticas de la obra. (Foto José Pérez Mesa)

Al subir el telón del Teatro de la U.P.R. vemos las frías montañas rodeando a María, mientras ella interpreta la canción homónima. Las transiciones escenográficas se suceden con rapidez y elegancia: de las montañas a la abadía; luego, a la mansión de los von Trapp; al jardín exterior de la casa; al cuarto de la novicia; y así sucesivamente. El único cambio accidentado fue el de la mansión a la abadía, cuando María decide regresar tras descubrir sus sentimientos hacia el Capitán.

El juego de luces de Nicolás Luzzi y la excelente escenografía de José Manuel Díaz logran, con tino y armonía, transportarnos en tiempo y espacio, mostrando la elegancia así como la penosa oscuridad del momento histórico.

La orquesta en vivo, dirigida por el Profesor Samuel (Sammy) Morales, avivó con energía la historia con un sonido apropiado en volumen para el espacio, aunque en ocasiones los violines no sonaban con la dulzura esperada y hasta se escuchaban desafinados.

Las sencillas pero adecuadas coreografías de Rodney Rivera, así como el vals interpretado por Ballet Brío, engalanaron la puesta. El vestuario diseñado por Miguel Vando cumplió con los distintos matices que requería la pieza: la elegancia del Capitán von Trapp, la Baronesa y el Tío Max; la austeridad del ambiente monástico; la serena elegancia de los sirvientes de la mansión von Trapp; y el carácter hermético y sobrio de los representantes del Tercer Reich.

La participación de los cantantes-intérpretes que vimos en la función del viernes 26 cubre un interesante abanico de adjetivos con los que esperamos hacer justicia. Lourdes Robles, como la novicia María Reiner, logra un espléndido recorrido de matices en su actuación demostrando un crecimiento lógico para una artista de su calibre. El empeño y rigor fueron obvios en su maduro quehacer escénico. Su voz brilló en todo momento alcanzando incluso registros agudos con claridad y potencia. ¡Excelente!

Braulio Castillo hijo realiza una labor cómoda como el Capitán von Trapp. Se pasea por el escenario con la placidez de un veterano. Lamentablemente, no ocurrió lo mismo en sus partes cantadas. Tal vez la aprehensión de cantar junto a talentos probados en este arte le ocasionó una incomodidad que era evidente desde la platea. Si cantara en personaje, caracterizando -o incluso hablara algunas de sus partes-, podría superar la prueba y hasta evitar algunos desfases tonales. Un buen ejemplo de lo antes dicho lo es el actor Rex Harrison, cuando interpretó al profesor Henry Higgins, en “My Fair Lady”.

Dagmar Rivera interpreta con dignidad, elegancia, sinceridad y buen ritmo a la Baronesa Schreider. Posee una voz hermosa e interpretó con seguridad sus partes, aunque con algunas dificultades en el passaggio, de camino al registro agudo.

Julio Enrique Court como el Tío Max fue elegante, arrogante y muy gracioso en su actuación. Cantó sus partes con segura y potente voz. ¡Muy bien! Mario Roche, siempre poderoso en escena, nos interpreta a Zeller con la fiereza y arrogancia necesarias. Intervienen eficientemente Ángel Vázquez y Wilma Ballet, como Franz y Frau Schimdt, respectivamente.

Margarita Castro-Alberti interpreta a la Abadesa con un decir simple y mal matizado; pero -difícil de aceptar- cantó peor. La hermosa y muy conocida canción “Climb Ev’ry Mountain” fue un desacierto de principio a fin. La admiración y el respeto que le profesamos a una de nuestras primeras voces del Bel Canto deberían quedar incólumes; pero para que esto suceda, debemos abrir los ojos y aceptar las limitaciones del presente.

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Los jóvenes Ulises Santiago y Yeidimar Ramos interpretan a Rolf y Liesl en la obra musical. (Foto J. Pérez Mesa)

El joven Ulises Santiago tuvo una excelente participación como Rolf, el mensajero, actuando, cantando y bailando con esmero y calidad. El dúo junto a la joven Liesl, interpretada por Yeidimar Ramos, quien posee una hermosa voz, cumplió con la jovialidad e inocencia del momento.

Los siete hijos del Capitan von Trapp fueron: Yeidimar Ramos, Gabriel Santiago, Claudia S. Steffens, Patricia S. Muñiz, José A. Rodríguez, Angelisse Torres y Denise Alvarado realizaron una acertada labor de conjunto, actuando con la inocencia y travesura requeridas; y cantando armoniosamente.

La labor titánica de dirigir este musical recayó en Edgar M. García, director de Teatro Repertorio, quien jugó con las piezas necesarias para lograr tramoya y actuaciones eficientes. Son muchos los elementos a tener en cuenta cuando de producciones de este calibre se trata. Armonizarlas todas parece una proeza imposible; pero, con agrado, aquilatamos la experiencia, la cual puede seguir creciendo en madurez durante las funciones que aún tienen por realizar. ¡Felicitaciones!

Ficha técnica –

Libreto versión en español: Jorge Pérez Renta; Traducción de canciones: Jorge Pérez Renta y Edgar M. García; Dirección: Edgar M. García; Dirección vocal: Margarita Castro-Alberti; Dirección musical: Samuel Morales; Diseño de vestuario: Miguel Vando; Diseño de escenografía: José Manuel Díaz; Diseño de iluminación: Nicolás Luzzi; Coreografía: Rodney Rivera; Regidora maestra: Aida Belén Rivera; Asistente de director: Gilluis F. Pérez; Asistente de coreografía: Marcos Quiñones; Asistente de regiduría: Tania Zaí; Director técnico: Jaime Figueroa; Productora: Lianel Mirabal.

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