‘Pargo’: sincera y efectiva

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Desde que supimos quién fue, admiramos a Orson Welles; y todavía deseamos ser como él cuando seamos grandes. ¡Claro que hubiéramos querido ser los libretistas, los directores, los actores y los productores de un proyecto como “Citizen Kane” que, a los 73 años de su estreno, una mayoría la considera como la mejor película de todos los tiempos! Tanto en el cine como en el teatro, poder hacer todas esas cosas a la vez garantiza control total de un montaje. Se trata de una tarea en extremo difícil y de mucho riesgo, más cuando se trata de una producción teatral. Jugar en el campo del dios Welles, de por sí, gana una estrella en osadía. Otro asunto es hacerlo con efectividad. En el recorrido de nuestro camino teatrero, hemos conocido actores puertorriqueños que tuvieron la sorprendente habilidad de ser productores, actuar, dirigirse y dirigir a todos a la vez, aunque no hacían eso en todos los casos: Ernesto Concepción y José Luis (Chavito) Marrero, por mencionar dos de nuestros nombres más sobresalientes. El artista dominicano Waddys Jáquez, nada en esas aguas.

Les vamos a contar. El sábado 6 de septiembre, por la noche, fuimos al Teatro Tapia a ver “Pargo: los pecados permitidos”. Sabíamos que la obra era original de Waddy Jáquez y sabíamos que la actriz puertorriqueña invitada era Kisha Tikina Burgos. La producción no tenía programa de mano, lo cual en esta obra se hacía más que necesario, así que nos dimos a la tarea de averiguar quién hacía qué. Vinieron tres personas representado a la producción, muy amables, quienes, como nosotros, no sabían quién hacía qué. Prometieron enviar información por email esa noche -lo cual cumplieron- y trajeron los nombres del elenco y la ficha técnica en un papel. Esto es lo que estaba escrito en ese papel: Texto, coreografía y dirección: Waddys Jáquez. Diseño de luces: Ernesto López. Musicalización: Pablo García. Vestuario Waddy Jáquez: Hochy Asiático. Vestuario Kisha Tikina Burgos: Carlos Hernández. Luces: Ernesto López. Producción: Ivonne Class, SJ Family Entertainment.

Acto seguido, miramos el escenario: no había telón. La cámara negra encajonaba un cordel que lucía una tela roja que servía de cartel. Unas letras blancas dentro de ese cartel formaban la palabra: Bienvenidos. Detrás de ese cartel, bajaban del telar al piso, cuatro cortinas rojas amarradas a nivel del alcance humano. Unas luces blancas encendidas (tipo bombillas caseras) encerraban la mayor parte del piso del escenario en un círculo. Comedia de humor negro, pensé. Y no me equivoqué.

Waddys Jáquez, quien nació en la República Dominicana y alcanzó su madurez artística en la ciudad de Nueva York, tiene una intensa y exitosa carrera artística que data desde 1989. A lo largo de su trayectoria, conforme a su biografía oficial, Jáquez ha recibido todos los premios que se les otorgan a los teatreros hispanos en Nueva York; ha merecido 12 estatuillas del codiciado premio dominicano Casandra; y, en 2012, fue reconocido por el Ministerio de Cultura de la República Dominicana como ‘La personalidad cultural más importante del año 2011’. “Pargo: los pecados permitidos” estrenó en 2000 y tuvo más de 500 representaciones en Latinoamérica y Estados Unidos. Se trata de una producción comprobada, que tiene la particularidad de invitar a una actriz local en los países que visita.
Esto es, más o menos, lo que pasa en la obra: el patronato de recuperación Pargo brinda ayuda y servicios para adictos hispanos de distintas disciplinas. Los clientes de este centro celebran un encuentro mensual donde muestran su talento a los amigos y familiares, o sea, un “talent show”. Estas personas destapan defectos, virtudes, adicciones, sueños y frustraciones en cada número artístico que intentan representar. Entiéndase que el público interpreta a esos amigos y familiares, dado que la obra es interactiva de principio a fin. Jáquez se transforma en cuatro personajes, muy diferentes entre sí, mientras que Kisha Tikina Burgos actriz puertorriqueña invitada, es la maestra de ceremonias que entrelaza cada participación.

Burgos encarnó a Marimba, una mujer cubana, artista frustrada, que canta, baila y toca instrumentos musicales, todo a la vez. Marimba, quien ha esperado mucho tiempo para tener una oportunidad en esta noche de talento, reclama ser boicoteada en cada aparición y conmueve con el dolor de ser una exiliada que no logra encontrar su centro en un país que le resulta incomprensible. Con mucha pasión y dominio total del escenario, del cuerpo, de la voz y de la situación, Kisha Tikina Burgos impuso su presencia durante todas sus intervenciones. Su momento cumbre fue el número de baile mientras tocaba un trombón de pistones (en realidad, era una pista). ¡Bellísima! Muy acertada. Kisha Tikina Burgos es una actriz y dramaturga puertorriqueña muy preparada y multifacética.

Waddys Jáquez posee sin duda un gran talento como actor. María Céspedes, Rómulo Domínguez, la Reina de Pargo (inolvidable su ‘ele, ele o: Yo’) y Pasión Contrera -adictos todos, ya fuera al crack, la marihuana, la cocaína, el sexo o el alcohol- desfilaron ante nosotros como entes con personalidad jurídica independientes de su intérprete. ¡Bravo!

Waddys Jáquez es un director y un coreógrafo muy novedoso. Además del efectivo tráfico escénico que logró crear, el uso del cordel para hacer cambios de escena o de ánimo; los coturnos; los cambios de ropa dentro de un mismo vestuario; y los abanicos fueron recursos ágiles, simpáticos y acertados. El momento de “La muerte del cisne”, de “El carnaval de los animales”, de Saint Säens, nos siguió a nuestros hogares. Waddys Jáquez tiene una buena noción del espacio escénico. Su concepto de montaje vibró a la perfección con las emociones y las acciones. El montaje requería mucha velocidad. Las luces y la escenografía correspondieron al servicio del montaje.

La dramaturgia de “Pargo: los pecados permitidos” es evidentemente sincera. Waddys Jáquez conoce perfectamente bien lo que comunica y logra su objetivo a cabalidad. El público se divierte y entiende. El asunto trae mucha cola y es penoso mencionarlo a vuelo de pájaro, pero valga lo poco que vamos a comentar. El tema de los extranjeros que llegan a Estados Unidos, desde el país que sea, tras un sueño ideal, no es nuevo y casi siempre se trata desde el punto de vista del fatalismo y la negatividad. Puerto Rico, por ejemplo, tuvo un momento donde nuestra literatura estuvo plagada de personajes desventajados en el aspecto económico y la educación, con realidades nefastas en la Isla, que se iban más que nada a Nueva York; y, una vez allá, no hacían otra cosa que no fuera soñar con regresar a sembrar café. La realidad puertorriqueña sigue siendo la misma: muchos, demasiados, se van. El emigrante moderno tiene otras condiciones: son, en su mayoría, profesionales con buena educación. Las drogas, la prostitución, la falta de valores y falta de cultura de paz no se descubren fuera del país de procedencia: están, con atributos de dioses, en todas partes. Los choques culturales son más que interesantes. Lo que se hace con mucha naturalidad en un país, en otro país puede ser un delito. Jáquez, como emigrante dominicano que vivió muchos años en Nueva York -conforme investigamos, vivió en la 42-, conoce bien lo que está diciendo. Sus comentarios se limitan a presentar, con simpatía y amor, lo que ve. Como público, no necesitamos ni reclamamos más de él.

Waddys Jáquez juega muy bien en el campo de Orson Welles. Si algo tenemos que señalarle es que cuide mejor el nivel de volumen del sonido mientras corre la función, ya que en muchas ocasiones estaba muy alto y se nos hizo difícil escuchar lo que se decía en el escenario. A la producción la aplaudimos; pero también la alentamos a ofrecer al público, siempre, un programa de mano.

“Pargo: los pecados permitidos” regresará en diciembre a cartelera en la Sala-Teatro Beckett, de Río Piedras. Recomendamos esta producción.

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