Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional Para la Cultura Popular
Itai Doshin es un concepto de una filosofía japonesa que indica la unión de muchas personas con un mismo propósito, el cual une a seres humanos diversos en una misma intención. Dentro del grupo, ninguna de las personas sacrifica su personalidad a favor de la meta. Cada cual aporta sus talentos para lograr el objetivo que comparten, con ardiente pasión, las personas que integran el núcleo de acción. Si hemos escuchado decir que en la unión está la fuerza, el Itai Doshin afirma que si la unión tiene el mismo propósito, el mismo corazón, la victoria es la única opción. La reposición de la obra teatral “Presas liberadas”, de Marieli Durán, la cual vimos el pasado sábado 20, en el Centro de Bellas Artes de Guaynabo, sugiere este tipo victoria.
Todo comienza con un libreto y, desde antes del mismo, la dramaturga de “Presas liberadas” estaba determinada a desarrollar una obra de

teatro comprometida con sus creencias. Ese compromiso logró solidaridad. Conforme se expresó Marieli Durán en una entrevista de prensa, ella “deseaba exponer este tema al público, ya que en un establecimiento que frecuentaba veía que las personas siempre discutían las noticias y programas de televisión donde se presentaban casos de corte. Finalmente, llegaban a conclusiones como que los juicios a veces eran abruptos y crueles para los acusados, donde muchas veces no se investigaba realmente qué los llevó a cometer los actos”.
Nos unimos a la escritora en esta preocupación y la extendemos más allá del sistema judicial. En nuestras vidas cotidianas, hemos observado que muchas veces hacemos comentarios irresponsables y juicios sobre los demás sin conocer cuál es exactamente la condición humana específica. Condenamos a las personas, lejos de la humanidad y el beneficio de la duda, sin tener toda la información. Vemos esto una y otra vez, sobre todo en las redes sociales. En tal sentido, el sistema judicial se comporta como un espejo de nosotros mismos.
Marieli Durán logró el apoyo de un excelente grupo de artistas, sin que estos tuvieran el libreto en sus manos en la primera sesión de fotografía cuando fue a estrenar su obra en abril. Como punto de partida, ésta fue una rara y muy preciada situación que marca el camino del éxito.
“Presas liberadas” trata sobre siete mujeres acusadas de asesinato, reclusas en la máxima seguridad de una penitenciaría. Cada una de ellas tiene un drama que sugiere inocencia. Algunas de ellas son verdaderamente inocentes, están atrapadas por el sistema de justicia y, las que no lo son, parecen haber tenido motivos nobles para cometer el crimen. Una de esas confinadas es una pastora cristiana, simpática y perseverante, una mujer dispuesta al sacrificio personal más allá de cualquier precedente.
La pastora Elena (Sully Díaz) está en la cárcel encubriendo un asesinato que su hija, víctima de violencia doméstica, cometió. Una vez en la cárcel, Elena no abandona su misión y comienza a ayudar a sus compañeras, hasta lograr suavizar el corazón que no suaviza nadie, el de Macho (Marieli Durán), confinada con unas cuantas sentencias de cadena perpetua, ya que asesinó a toda su familia. Macho es la encargada del tráfico de drogas dentro de la cárcel, apoyada por unos guardias penales. No obstante, la familia de Joan (nombre verdadero de Macho) se dedicaba a la prostitución infantil; y la mujer, quien fue víctima de ese trasiego en su infancia, comete ese crimen por salvar la vida de una niña a quién protege como a su propia hija. En su propuesta, Durán hace unas cuantas denuncias a entidades gubernamentales y al sistema carcelario y judicial, lleva el desarrollo de la obra con efectividad, es buena en los diálogos y logra captar el interés del público hasta el aplauso emocionado. Las transiciones entre escenas las logra con exactitud. Sugerimos que revise la transición antes de la escena donde nos enteramos de lo que pasó con los guardias penales corruptos a través de un periódico local, ya que el paso del tiempo no estuvo definido.
La dirección, a cargo de Jorge Cádiz, fue ágil. Cádiz conoce el espacio escénico, sus composiciones son certeras y logró unas transiciones creativas, a lo cual colaboró la música, clásica y contemporánea, seleccionada por Marieli Durán. El montaje comenzaba desde dos pantallas colocadas en las paredes a los lados del foso donde se proyectó el preámbulo de la acción. De esta manera nos enteramos quiénes eran las prisioneras y cuáles eran sus crímenes. La obra terminó de la misma manera, después de caer el telón. En esta ocasión, vimos proyectadas en ambas pantallas cuál fue el destino de las presas liberadas, a través de la religión.
Con la convicción de personas talentosas que creen en lo que están haciendo y lo disfrutan a plenitud, las actuaciones fueron muy convincentes: Francisco Capó (oficial Guzmán); Anoushka Medina (Mandy); Annie García (Nancy); Neisha Ramos (Letty); Millie Rojas (Yolanda); Mariangeli Vélez (Linda); Carlos Calderón (Oficial Ríos); Emil Soler (Oficial Pérez); Chantal Rodríguez (Marisol). Cabe destacar la fuerza y la sinceridad del trabajo de las hermanas Díaz Durán, quienes sobresalieron en cada una de sus respectivas escenas. Juntas eran un poema. Desearíamos que el dúo de actrices se repitiera en otras propuestas. Sully Díaz y Marieli Durán nacieron para la escena: da gusto verlas.
El diseño de luces, de escenografía, afiche y programa de mano, llevaron la firma de Andrés López Alicea. López creó un excelente espacio, con andamios en el foro, para sugerir las celdas en dos niveles. Delante del andamio, en primer plano, a veces vimos unas mesas; otras veces, un banco, conforme se presentara el lugar de la acción, siempre dentro de la penitenciaría. Las luces fueron creativas. El maquillaje de Julio Vizcarrondo fue efectivo.
Sugerimos al Centro de Bellas Artes de Guaynabo que revise el equipo de sonido, dado que en dos ocasiones el mismo se cortó abruptamente. Una de esas ocasiones fue al principio, cuando Yiomaris Fernández (Angélica) ejecutaba un baile frente al telón. La joven salvó la situación y bailó sin sonido por unos segundos.
“Presas liberadas”, una producción muy bien cuidada, que disfrutamos a cabalidad, estuvo a cargo de Teatro de Impacto Nefesh. La producción fílmica y realización de proyección fue realizada por David Méndez. Maribel Acevedo tuvo la responsabilidad de la publicidad. Actuaron además: Anyélica Vázquez, Miguel Marrero, Amanda Rivera, Anthony Rivera, Samantha Silva, Gilda Pastor, Damaris Vázquez y Bella Gisela.