Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La música de Gerson Orjuela, baterista colombiano radicado en San Juan hace una década, está animada por dos posturas aparentemente contradictorias.
Por un lado, al igual que los grandes maestros del jazz, Orjuela cree que es esencial mantenerse fiel a sí mismo. Como decía Monk, haz lo tuyo, lo que te nace del corazón, que la aprobación de la gente vendrá a su tiempo.
Por otro, sostiene que hay que hacer “música real” que conecte con la gente. “No se puede hacer un disco de jazz para los jazzistas. Hay que salir de nuestro propio círculo”, dice.
¿Qué resulta de la unión de esas posiciones contrarias?
Un disco maravilloso, titulado “Despertar”, a cargo del G6, o el sexteto de Gerson. Un álbum que sí es jazz para los jazzistas, lo que queda meridianamente claro con una lograda versión de “Resolution”, de John Coltrane, y que también es melodía, ritmo, nostalgia, impulso vital, reconocimiento de realidades propias y compartidas. “Música real”, en otras palabras.
“Los olvidados” es un pequeño homenaje musical a los deambulantes que pueblan la ciudad. “Fernández Juncos” apunta a la enorme diversidad social de vía urbana. “Nostalgia”, a la tristeza de no poder asistir al funeral de su abuelo en Colombia. “Goyo” es un tema sencillo y juguetón dedicado a su perro. “Forastero galáctico”, que inaugura el álbum con una melodía memorable y una buena dosis de optimismo, alude a un imaginario viaje espacial del músico. De hecho, Gerson significa “forastero” en hebreo.
Grabado en la Sala Pepito Figueroa del Conservatorio de Música de Puerto Rico, “Despertar” debe su existencia, en buena medida, a una beca que Jorge Flynn, director del Centro Empresarial para Músicos Culturarte, le otorgó a Orjuela. Una buena parte del crédito le corresponde además a los músicos que acompañaron al baterista.
“Mi banda es mi familia. Llevamos años tocando juntos”, dice Orjuela, en referencia a Janice Maisonet (saxo tenor), Yarimar Colón (saxo alto), Bienvenido Dinzey (piano), Bryan Pérez (bajo) y Alberto Rosado (guitarra). “(La pianista) Alexandra Rivera llegó un poco después, buscando otra sonoridad”, agrega .
En el álbum también intervienen de manera destacada el saxo alto Jonathan Suazo y la cantante Mellisa Fragoso.
Como muchos músicos de jazz, el primer encuentro de Gerson Orjuela con la música fue a través de la iglesia. Hijo de un pastor, a quien le pidieron que viniera desde Bogotá a trabajar en una iglesia de Santurce, a los 15 años decidió que su destino era la música. Confiesa, sin embargo, que no tenía del todo claro lo que eso entrañaba.
Sus primeros gustos lo encaminaban hacia la música de Alejandro Sanz. Luego se interesó por Maná y por los bateristas Vinnie Colaiuta, Dave Weckl, Manu Katché, Jeff Porcaro, Steve Gadd y Mike Portnoy.
Su conexión profunda con el jazz comenzó cuando conoció el álbum “A Love Supreme”, de Coltrane. “Lo escuchaba noche y día”, dice. “Esa gente tenía un corazón gigante”. Para ese tiempo, comenzó a practicar largas horas diarias: siete que dedicaba a la batería, tres al piano.
Hoy, ya con su bachillerato en Jazz del Conservatorio y estudios en Educación Musical, agradece sobre todo a sus maestros Fidel Morales, Luis Marín y Brenda Hopkins.
“Hay que ser fiel a uno mismo. Pero para ello hay que ser bien sincero en lo que se toca y mantener un nivel de comunicación altísimo entre los músicos… y con uno mismo”, dice.
Por el otro lado, sostiene que “tenemos que volver a crear ese tipo de grabación que transmite muchas cosas. Esos discos que la gente los escuche y diga, ‘yo no sé de jazz, pero eso me llama la atención”.
“La música comercial pega porque es real. Hay que aceptar eso. Si podemos tener esa realidad en el arte, vamos a poder conectar con la gente”.
¿Lograrán Gerson Orjuela y su G6 alcanzar ese balance entre la fidelidad propia y la necesidad de conectar con los demás?
A juzgar por la seductora asertividad de su “Despertar”, todo indica que tienen buenas probabilidades de hacerlo.
(El CD “Despertar” está disponible en la Fundación para la Cultura Popular, en el Viejo San Juan; en Librería AC en Santurce y en el restaurante Latte que Latte, en Hato Rey.)