Por Gabriela Ortiz Díaz
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Un trombón. Una mujer enérgica que marcaba la clave con los pies mientras tocaba el instrumento. Un salón de actividades lleno de espectadores que aplaudían al ritmo del sonido que producía el contacto de los labios y el metal. May Peters había entrado, inesperadamente, a la sala principal de la Fundación Nacional para la Cultura Popular cargada de todo el sabor que caracteriza a los caribeños, aunque su procedencia es holandesa.
Mientras Peters iba acercándose a la tarima, se entremezclaba con el público y lo contagiaba de alegría. En el escenario ya se encontraban Ivania Zayas con la trompeta y, al mando del bongó, Rocío del Mar Santiago. Café Concert había comenzado.
Esta propuesta “juguetona y diferente”, como bien indicó una de sus gestoras, pretendió armonizar los boleros con canciones vivarachas como “La múcura”. Para emular los tiempos de Cabaret, entre las luces a media, se vislumbraron los guantes rojos de Ivania, una botella de vino utilizada como copa y hasta un cigarrillito hizo su aparición por el escenario. Después de la energía musical de la introducción, “Bésame mucho”, de Consuelo Velázquez, provocó que una pareja de enamorados se besara tiernamente. Y así, en un sube y baja de notas musicales, entre tonos mayores y menores, y entre la presencia de tres mujeres que sentían lo que estaban transmitiendo, también figuraron en el repertorio “Aguas de marzo”, “Soñando con Puerto Rico”, “Olas y arena”, “Capullo de Alelí”, “Oh, qué será”, “Lamento borincano” y “Piel canela”. Esta amalgama de canciones evidenció que la música es capaz de transportar de un país y de un sentimiento a otro, como afirmó la cantautora puertorriqueña Ivania Zayas.
Uno de los propósitos de la trombonista holandesa al momento de visitar Puerto Rico fue saciar su “necesidad de
En esta velada con un toque de Cabaret, los comentarios cómicos aportaron a la compenetración del público con las artistas, y hasta hubo espacio para la concienciación pues, para solidarizarse con las víctimas de los actuales conflictos bélicos en Palestina, Ivania pidió un minuto de silencio.
Al mostrar con emoción sus talentos y disfrutar de hacer cultura se contribuye grandemente con el crecimiento saludable de una sociedad. La afinidad que May, Rocío e Ivania plasmaron en el escenario fue un ejemplo de la felicidad que genera al ser compartir los talentos mientras se disfruta de la experiencia y a su vez, se colabora con el quehacer cultural del País.