Por Javier Santiago
Fundación Nacional para la Cultura Popular
La emisora radial WRIO fue la primera plataforma donde se difundió la voz de Benjamín Morales. Corría el año 1953 y el joven de voz profunda y clara marcaba allí su primer asomo al mundo de la industria de las comunicaciones destacándose como locutor. Su labor en la emisora que con el paso del tiempo se convertiría en Radio Uno, se complementó posteriormente con nuevos trabajos como narrador en estaciones con WMDD en Fajardo y la recordada WNEL. En la etapa de oro de las radionovelas el entonces locutor formó parte del elenco de producciones en Radio El Mundo.
Con la llegada de la televisión a Puerto Rico, Benjamín Morales fue una de las primeras figuras en ser integrada al medio. Si bien en sus etapa inicial se desempeñó como locutor comercial, poco tardó en ser reclutado para actuar en melodramas televisivos como fueron “Esclavos del rencor” y exitosa “La gata”.
Si bien la imagen era requisito importante al entrar al nuevo medio de comunicación masiva, Morales ya había labrado un resumé de peso en el campo de la actuación. En este aspecto su talento se probó tanto en dramas como en comedias en los inicios de los Festivales de Teatro que auspiciaba el Instituto de Cultura Puertorriqueña. De esta forma se destacó en obras como “Encrucijada” (1958) de Manuel Méndez Ballester, “Mi señoría” (1959) de Luis Rechani Agrait y “En el principio la noche era serena” (1961) de Gerald Paul Marín. Ya, entrada la década de 1960, el histrión se anotó nuevos aciertos en sus incursiones en “La casa sin reloj” (1961), “Tiempo muerto” (1962), “Bienvenido Don Goyito” (1965) y “Requiem para una mujer” (1969). Pero entre todas, su interpretación del esclavo Esopo en “La zorra y las uvas” (1966) arrancó aplausos de la crítica especializada marcando uno de los momentos de mayor satisfacción en su carrera.

Simultáneamente, entre las décadas de 1960 y 1970 su voz privilegiada y dicción precisa lo llevó a laborar en la industria del doblaje que entonces se realizaba en el País. Fue la voz oficial de Humprey Bogart en español. Pero su mayor trascendencia se dio en el campo televisivo donde formó parte de los elencos de telenovelas como “Más fuerte que tu amor” (1967), “La sentencia” (1969), “La intrusa” (1969/1970), “Marcela y Marcelino” (1970), “Tomiko” (1972) y “Con todo mi amor” (1973).
En la exitosa “El hijo de Ángela María” – producción que a finales de 1973 dominó la sintonía nacional – interpretó el personaje de don Matías Perdomo. Cinco años más tarde, formó pareja con Esther Sandoval en el exitoso melodrama “Cristina Bazán” que protagonizaron Johanna Rosaly y José Luis Rodríguez. Fue ésta la telenovela con la que se reinició el taller melodramático en el País.
Su carrera en la pantalla chica se complementó con varias actuaciones en cine como fueron los largometrajes como la versión fílmica de “El hijo de Ángela María” y los largometrajes “Dios los cría” y “Linda Sara” del galardonado cineasta boricua Jacobo Morales.
Paralelamente, en el teatro actuó en “Vengan corriendo que les tengo un muerto” y “El hombre de la piel de víbora” (ambos en 1970), “El águila de dos cabezas” (1973), El hombre, la bestia y la virtud (1973); La persecución de Octavio Pérez (1978); Mi adorable Carlota (1986); El llamado de la sangre y El gran destape (1978). Pero en el medio que lo convirtió en una figura familiar para la audiencia se mantuvo activo en melodramas como “El hombre que volvió (1974), Pueblo chico (1976), El regreso (1977), Cristina Bazán (1978), La jibarita (1980), El amor nuestro de cada día (1980). Según los archivos de la Fundación Nacional para la Cultura Popular, una de sus últimas actuaci0nes en un melodrama boricua se dio en 1987 con “Ave de paso” de producciones Meca. En lo sucesivo su nombre estuvo ligado al Taller Dramático que estableció en la década de 1990 en las emisoras del pueblo de Puerto Rico, WIPR Radio y Televisión.
Hombre de profundas convicciones, su fe cristiana marcó sus pasos en la vida. Si bien su sustento principal provino de su respetada labor en la industria del espectáculo, siempre anheló realizar labores como ministro del evangelio. Tras esos fines llegó a estudiar un semestre en el Seminario Evangélico de Puerto Rico. Pero sus compromisos profesionales no le permitieron continuar en el mismo.
Morales fue reconocido por su pueblo en numerosas ocasiones. Si bien fue merecedor de premios como el Cordero de Oro del Festival de Popularidad y el Agueybaná del Festival de Codazos, en 2001 formó parte del grupo de actores que fueron reconocidos por el Senado de Puerto Rico por su labor.
El pasado 13 de junio, el hombre de la voz profunda entró a la inmortalidad por causas naturales. Pero en el corazón de su pueblo queda el recuerdo de todo un Señor Actor… con voz de oro.