Luego de siete canciones interpretadas, se escuchó el estribillo “cómo no creer en Dios”, popularizado en los años ’70 por el cantautor puertorriqueño Wilkins. Este verso, seguido de algunas razones para creer en ese ser supremo: la existencia de los pájaros, las flores, la lluvia y el silencio; la bendición de los hijos, de que una madre acaricie, de tener comida, de tener a quién llamar amigo; la oportunidad de presenciar la alegría, la tristeza y el pasar de los días, evidencia el propósito del ministerio musical “Peregrinos y Extranjeros”.
Durante la noche del Sábado de Gloria, a través de un repertorio variado de canciones, se celebró la esperanza y la felicidad en la sede de la Fundación Nacional para la Cultura Popular. En esta edición especial de ¡Vive la Bohemia!, el cantante Julio Enrique Court invitó al arreglista y director musical Wisón Torres, hijo y a su esposa Leyda E. Colón, cantante y compositora. Ambos son los fundadores de “Peregrinos y Extranjeros”.
Desde 1980, año en el cual contrajeron matrimonio, Wisón y Leyda han vivido muchas experiencias que, definitivamente, los hace testigos de las palabras que cantaba Wilkins y que, esta noche, interpretó Court. La pareja ha servido como misioneros en El Salvador y la República Dominicana, como predicadores del evangelio, como adoradores a través del ministerio musical que fundaron; procrearon seis hijos, los cuales también sirven a Dios; fundaron su propia iglesia en Miami, Florida, nombrada “Escuela de Adoración Peregrinos y Extranjeros” (ESC.A.PE); y han producido varios discos de música cristiana.
Nadie está exento de protagonizar episodios fuertes capaces de marcar cambios en la travesía por la vida. Una experiencia triste que superaron juntos y que fue la razón principal para entregar completamente sus talentos al Señor fue que a Leyda le diagnosticaron una grave enfermedad que, según los doctores, podría resistir solo por dos años más.
Wisón y Leyda cantaron temas de mensaje espiritual provenientes tanto de la canción popular como de la música sacra. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular) Esa noche en la Fundación, ella narró que Dios la sanó de la enfermedad. Fue entonces, que en agradecimiento por la otorgación de esa oportunidad de vida, la pareja decidió incursionar en el ámbito de la música sacra. Hasta poco antes de ese diagnóstico, Leyda y Wisón representaban a Puerto Rico en el ámbito de la música secular. Tanto así que, en 1977 el grupo Aquamarina, al que pertenecía Leyda, resultó ganador en el Festival OTI de la canción. Trabajaron por muchos años junto a reconocidos artistas como Barry White, Menudo, José Feliciano, Celia Cruz, Tito Puente, José Luis Rodríguez, Charityn, Iris Chacón, Los Hispanos, Marco Antonio Muñiz, Lissete, Ednita Nazario, entre otros.
Cánticos de todos los tiempos
Leyda, Wisón y Julio Enrique interpretaron canciones propias del ministerio “Peregrinos y Extranjeros” tales como: “Es la hora de alabar a Dios”, “Él es la vida y la verdad”, “Tú encenderás mi lámpara”, “Él reina”, “Mi amor por ti”, “Amor verdadero”, “Su nombre es admirable”, “Por amor” y “Vuelve”. En el repertorio también incluyeron “Le llaman Jesús”, popularizada por Raphael; “Yo tengo fe”, cantada por Palito Ortega; “Génesis”, con la cual Lucecita ganó el Festival OTI de la música en 1969; “Creo en Dios”, interpretada por Tito Lara; “Cuan grande es Él”, “Paz en la tormenta” y “Levanto mis manos”. Leyda expresó que el cantar en la Fundación le traía recuerdos de sus inicios como cantante, época en la cual se presentaba en el club sanjuanero Ocho Puertas. En la década de los ’60 este bar fue la sede de muchas noches de bohemias realizadas por numerosos artistas, nóveles cantantes en aquellos años, como Lucecita, Danny Rivera, Glenn Monroig, Chucho Avellanet, entre otros. Para la pareja fue una noche especial porque volvieron a cantar cerca del lugar donde empezaron sus carreras, pero esta vez sirviéndole a Dios.
Otro de los temas que cantó Leyda fue “Exceso de equipaje”, internacionalizado por Charytín Goyco. Una posible interpretación para esta canción es la que sugiere que uno no debe cargarse mucho en vida para que a la hora de morir, el deceso sea tranquilo, sosegado y en paz. Precisamente, uno de los propósitos de “Peregrinos y Extranjeros” al cantar música cristiana es apaciguar a las personas: “Yo me he topado con mucha gente desesperanzada. La música atrae el oído, la gente presta atención y oye el mensaje que lleva la palabra de Dios. Aprovechamos la música para llevar un mensaje”, indicó Wisón Torres.
El dúo expresó sus sentimientos de satisfacción con la labor que ejercen: “Nuestra música se ha expandido mucho más. Sabemos que se escucha en Jerusalén, Argentina y Canadá. Ha llegado a personas a las que les ha ayudado en sus vidas. En esas vidas, nuestro legado durará”, afirmó con una sonrisa el arreglista profesional.
La música sacra en la actualidad
Los integrantes de Peregrinos y Extranjeros compartieron el ayer y el hoy de sus carreras. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)Según expresaron los también predicadores, la música sacra ha evolucionado: “Cuando empezamos había muy poca música, ahora hay canciones en todos los géneros. La calidad de estas a nivel de arreglo, interpretación y composición es mejor en la actualidad”. Posiblemente, esta evolución se deba a que ha habido una aceptación del público. También, se puede deber a la existencia de emisoras dedicadas a la música cristiana y a que, incluso, las que tocan música popular le dan exposición a este género musical. En ese sentido, ha habido un intento de popularizar la música sacra para dejar de relacionarla solo con eventualidades religiosas.
Wisón comentó que la acogida del público y la evolución de la música cristina es resultado de la necesidad que tienen los seres humanos de escuchar la palabra de Dios y además, de la facilidad que nos ofrece la tecnología. “Hoy en día la gente puede grabar en su casa con una computadora. Antes era un proyecto más grande y costoso”, continúo argumentando.
Y así, presenciando los saltitos de los dedos de Wisón sobre el teclado del piano, el juego que sostenía Leyda con el micrófono para vocalizar a la perfección y los impresionantes sonidos graves de Julio Court, nos asaltó la media noche. La realidad fue que el Ministerio logró su cometido de que el público saliera esperanzado y alegre. Al acabarse la actividad y salir de la Fundación, la noche se sentía tranquila.