Por Edgar Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
A 55 años de quehacer en el arte dramático, la primera actriz Luz María Rondón extraña la disciplina que conoció en los inicios de su carrera teatral. Y sin ánimo de crítica a la nueva cepa de actores, Rondón confiesa que le hacen falta tanto el ritual antes de salir a escena en teatro, como algunas técnicas que se daban en antaño.
“Aquellas eran disciplinas distintas. Yo lo comento como observadora; no lo critico. No vine a este mundo a cambiar a nadie. Pero es algo que echo de menos”, afirma la intérprete de “Elena Reyes” en la obra “Sueño eterno”, de Adriana Pantoja, que este fin de semana vuelve a presentarse en la Sala Experimental Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes de Santurce.
La artista, quien recientemente celebrara 80 años de vida, hace alusión a que en tiempos recientes ha trabajado en producciones donde algunos talentos se dedican a contarse anécdotas en la parte posterior del escenario mientras corre la función. “Los proyectos tienen sus directores y coordinadores. Uno debe hacer lo que ellos permitan. El director que permita ese revolú -tras bastidores- , pues yo no me voy a meter. Me afecta en el sentido de que extraño esa disciplina”, apunta en tono afable.
Aunque este no sea el caso del drama intenso que le ocupa en estos días, donde comparte la escena con la actriz y profesora Iliana García, así como con el disciplinado joven Omar Torres y el niño Ian Gabriel Arduengo, la veterana actriz habla de la experiencia que ha podido vivir en los últimos tiempos en otras producciones en las que le ha tocado trabajar.
“Cuando yo me inicié en el teatro nosotros no podíamos hablar. Ahora, cuando hago una obra, veo cómo se cuentan la película que vieron anoche… y de momento van a escena. Me pregunto si seré tan mala actriz que yo no puedo. Yo debo estar en mi personaje, quieta y callada, atendiendo lo que estoy haciendo”, sostiene.
Con humildad, pero firme en su planteamiento, Luz María subraya que “este es un trabajo que amo tanto y que he tenido por tanto tiempo. Pero, tengo que estar alerta porque soy de otra escuela, de otra generación. Todo evoluciona en la vida. Ahora ha evolucionado de una forma que a veces me choca la dinámica… Hace muchos años, yo decidí que debo aceptar todo tal cual es. Si me pongo a batallar, me cargo yo”.
La estudiante de teatro del don Leopoldo Santiago Lavandero explica que algunos de los nuevos talentos tienen más en la mira despuntar en Hollywood -en el cine- o en la televisión. “Actuar es actuar, pero son técnicas distintas. Una cosa es cine, una cosa es televisión y otra es teatro”, aclara, al recordar que su profesor le marcaba las diferencias entre esas técnicas histriónicas.
Rondón agradece los aplausos y elogios de los que la llaman maestra de la actuación. “Me han hecho varios homenajes. Significa una responsabilidad, pero siempre he trabajado cumpliendo lo que tengo que hacer. No me siento incómoda, sino tranquila. Yo cumplí lo que me correspondía. Si me ven como un ejemplo o guía a seguir, pues qué bueno. Siempre digo que soy más maestra que actriz”.
Con una sonrisa, Luz María expresa que completó un bachillerato en pedagogía, por lo que agrega, “¡qué bueno que me vean como un ejemplo! Pero, esto carga a uno de responsabilidad”.
La intérprete de “Elena Reyes” en la obra “Sueño eterno”, indica que le preocupa que los actores noveles no estén proyectando efectivamente sus voces desde el escenario. “Me preocupa que he ido a ver obras de teatro de gente joven y no los oigo, porque ya no proyectan. Ensayamos en unos salones pequeños y todo el mundo tiene el cine y la televisión metido aquí (en la mente). Ellos creen que tienen micrófonos, entonces, cuando vas al escenario, si no estás acostumbrado a proyectar, pues no proyectas”, manifiesta.
Luz María ensayaba en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. “Maricusa Ornés era mi maestra de dicción. Ella se iba al segundo piso para (comprobar) si nos oía. Toda nuestra generación proyectamos. Pero, actualmente los jovencitos tienen a Hollywood aquí y se creen que todo es cine. El teatro es una cosa y cine es otra. En el teatro hay que proyectar”.
En esa misma línea, Rondón admite que “me pone grave cuando me (colocan) un micrófono (para las producciones estudiantiles en la Sala de Festivales). Yo me pongo grave porque toda la vida aprendí a proyectar. Yo, por disciplina, me quedo callada”.
Luz María Rondón repasa las páginas de su trayectoria y destaca que “cuando yo estudié teatro no se usaban los maquillistas. En teatro, el actor se tenía que maquillar. La disciplina era que te ponías tú misma el maquillaje. Mientras lo hacías, te ibas convirtiendo en ese personaje… Y los actores ya vestidos como el personaje, no hablábamos con nadie”.
En este instante de la entrevista, la artista recuerda a Lucy Boscana, porque al igual que ella, siempre pedían a los maquillistas hacerse la boca antes de salir a escena. “Te haces la boca, porque ese es el dominio de tu palabra… Si me pinta un maquillista, me siento con una boca ajena. ¡Esa era la disciplina de nosotros!”, recalca.
Con su libreto en mano, la actriz dice que no piensa en el retiro, porque la memoria no le ha fallado. “Gracias a Dios, estoy activa en mi trabajo. El fuerte del trabajo de los actores en Puerto Rico es el teatro. Pero, yo hago locuciones y dos colegios me llaman para entrenar cuando viene el período de oratoria. Además, el Departamento de Vivienda junto al director Efraín López Neris hacen un trabajo de valor educativo con humor en residenciales. De hecho, ya llevamos dos años de labor en esa gesta”, precisa.
Con una sonrisa, Rondón puntualiza con satisfacción, “gracias a Dios a mi edad puedo memorizar. Si no tengo obras, busco textos y me los memorizo. Mis hijos preguntan por qué y les digo que para mantenerme con la máquina engrasada. Estoy feliz con mi trabajo. Lógicamente, por la edad no tengo la agilidad física, pero todavía me muevo. Me canso más, pero puedo trabajar. Estoy contenta con eso…”, concluye la jovial artista.