Por Gabriela Ortiz Díaz
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Hoy día la Bomba camina con esplendor por el País. Se escucha cuando crujen los barriles en alguna esquina de cualquier pueblo. Se observa en la proliferación de agrupaciones que tocan este género musical. Se siente en el aumento de bombazos organizados por diferentes proyectos autogestados para promover los variados ritmos de esta. Se aprecia en el auge de escuelas de baile y percusión que ofrecen talleres a muchos interesados en aprender sobre las cadencias de la afropuertorriqueñidad.
El respaldo y la acogida del público evidencian que el género se encuentra en uno de los mejores momentos de aceptación, incluso por la población de jóvenes del País.
Pero más allá de hazañas gubernamentales, el despunte de este tipo de actividades se debe a “la autogestión de las

personas que estamos en la bomba”, según indicó el doctor Pablo Luis Rivera.
Un buen ejemplo de autogestión es el curso universitario “Ritmos afopuertorriqueños”. El Programa de Estudios de Honor y el Departamento de Asuntos Académicos de la Universidad de Puerto Rico en Carolina hicieron historia al dar el visto bueno para que se impartiera un curso con créditos que tuviera como eje principal la historia y práctica de la bomba puertorriqueña.
El pasado martes 16, en el teatro de mencionado recinto, el primer grupo en tomar la clase presentó un recital de bomba como trabajo de fin de curso. Alrededor de una veintena de estudiantes participó de la actividad bailando, tocando los barriles o declamando los poemas de la poetisa santurcina Elsa Costoso.
Esta oportunidad era idónea para homenajear a una mujer que ha divulgado nuestra cultura a través de sus versos, pero que a nivel nacional no se ha resaltado como es debido, puntualizó Pablo Luis Rivera, creador y profesor del curso.
Mediante una adaptación libre de los poemas de Costoso, organizaron un evento que, además de celebrar la obra

de la poeta, fusionó los diferentes ritmos de la bomba, la reafirmación de la herencia africana, la entrega de esos universitarios, el entusiasmo que estos plasmaron en otros universitarios presentes en el público, en fin, este proyecto aportó a la creación de una generación de jóvenes arraigados a su cultura y por ende, con identidades propias.
El éxito de la clase fue tal, que el profesor José Martínez Rosado, coordinador del programa de Estudios de Honor, informó que se abrirán secciones para el verano y el próximo cuatrimestre.
Por otro lado, Pablo Luis Rivera pertenece a “Restauración Cultural”, una de las agrupaciones musicales que, más que propagar la música y el baile de bomba, arremeten contra la desvalorización de este género en el País.
Para este motivo, los integrantes de “Restauración Cultural”, por ejemplo, ofrecen bombazos en alianza con el municipio de Caguas – el cuarto fue el pasado domingo 14 en el Paseo de las artes de mencionada municipalidad – y dictan clases de bomba en el Museo de Historia y Arte de Guayama y en otros lugares del área metropolitana.
Desde Cero, Paracumbé, Son del Batey, Buya, Atabey, Tambores Calientes, Caico y los del soberao, Tambuyé,

Gracimá, Majestad Negra, Los gigantes de la bomba, la Escuela de Bomba y Plena Doña Caridad Brenes de Cepeda, son un puñado de las tantas organizaciones que mantienen vivos los elementos esenciales de la bomba y la lucha para erradicar los estereotipos que sobre la negritud aún persisten.
La mayor satisfacción de Pablo Luis es hacer cultura: “si uno ve una clase con estudiantes que llegan a las siete de la mañana todos los lunes, miércoles y viernes, y que piden la segunda parte del curso, definitivamente la satisfacción mayor es saber que aporto al País”, según expresó el profesor.
Este educador y el grupo que dirige, al igual que los demás colectivos ya mencionados, impulsan a las generaciones más jóvenes a que se apropien de la bomba y con ella, de nuestra cultura.