CILE 2016: una apertura muy comentada

Por Gabriela Ortiz Díaz
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

El acto de inauguración del VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), efectuado durante la mañana de ayer en los predios del Centro de Convenciones de San Juan, despertó un sinnúmero de reacciones en la prensa local e internacional. Si bien por los discursos que iban pronunciando los distintos académicos y funcionarios que desfilaban por el podio central, también por los comentarios que suscitaron varios detalles desvinculados del foco principal del Congreso: la discusión en torno al vernáculo, a la literatura hispánica y a la creatividad que despierta en la vida y en el ámbito cultural de los hablantes de la lengua española.

Cabe destacar que entre esos detalles desligados del propósito principal del magno evento no se debe incluir la manifestación a favor de la excarcelación del prisionero político Óscar López Rivera que hiciera el productor y cineasta puertorriqueño Pedro Muñiz desde el público justo antes de que el rey de España, Felipe VI, comenzara a hablar. Esa fue una expresión ejecutada con el impulso que emana de la fuerza del propio idioma español. Además, un acto pertinente a un congreso de esta índole porque como bien expuso la periodista Ana Teresa Toro en su crónica del evento publicada en el portal cibernético de El Nuevo Día, “son este tipo de actos protocolares de proyección internacional un escenario político en toda su complejidad”. Por lo que había espacio para que se denunciara una situación política utilizando el español como herramienta.

Refiérase uno de esos detalles superficiales al cambio de la grafía “j” por “g” que apareció en el cintillo inferior de la pantalla cuando le tocó dirigirse al público a “su Majestad”, el rey Felipe VI. También, a los comentarios de los ajuares utilizados por la primera dama, Wilma Pastrana, y la reina Letizia; al fervor de curiosear y comentar acerca de la llegada de los Reyes de España al Centro de Convenciones que se evidenció entre los cientos de espectadores; o a la pronunciación incorrecta que hiciera el gobernador Alejandro García Padilla de algunos nombres de escritores invitados, como por ejemplo el de Antonio Skármeta, articulado ese apellido por el mandatario con la fuerza tónica que conllevan las palabras llanas en vez de con el que soportan las esdrújulas.

Sin embargo, destacó positivamente de los discursos emitidos por los académicos internacionales invitados, así como del de Felipe VI, el vínculo estrecho que forma la lengua española entre toda la comunidad hispanohablante. Así, el Rey leyó en algún momento que la lengua española cumple con el cometido de “reforzar los lazos de sangre que nos unen por encima de cualquier diferencia”; que el español hace que cualquier hispano se sienta en casa al llegar a Puerto Rico; que Rubén Darío “afirmó con brillantez y contundencia la patria del español a uno y otro lado del océano, o sea, la dimensión panhispánica”; y que “estos Congresos de la Lengua – celebrados desde el 1997 cada tres años y con sede en distintos países hispanohablantes – son una celebración de la hermandad en la lengua”.

Siguiendo la línea de unidad a través del idioma español, el director de la Real Academia de la Lengua Española, Darío Villanueva, leyó de su ponencia: “Este será también el congreso de Garcilaso el Inca, de Luis Palés Matos, y de todos cuantos enriquecieron con su creatividad las culturas que también se expresan en español. Pero lo es a la vez de todos los que hablamos esta lengua, pues con nuestra habla personal, con nuestra expresividad singular y nuestros respectivos acentos somos, cada uno de nosotros y todos juntos, los dueños de un idioma que se extiende por cuatro continentes”.

Por su parte, el escritor chileno Jorge Edwards comentó sobre esa red de interconexión lingüística hispana que “nosotros estamos unidos aquí por el oficio de la lengua y por el amor a este. Y comprobamos que nuestro idioma, con su cultura vasta y diversa, está lleno de vasos comunicantes, de tejidos interiores que se entrecruzan”.

Sobresalió también el mensaje emitido por el laureado escritor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez. En poco menos de 15 minutos, expuso magistralmente su pensar acerca del estatus político de Puerto Rico; enumeró y describió con ejemplos los elementos que identifican a los puertorriqueños: “el amor natural de patria, el sancocho espeso de razas y la pelea monga”; propuso la aparición en el diccionario del término “puertorriqueñidad”, definido por el como “calidad de lo que es privativo de la Isla de Puerto Rico”; indicó que el español se ha utilizado en el País como herramienta de resistencia ante el colonialismo; y quiso hacer evidente ante el público cómo “el credo independentista fracasa en las urnas, pero el credo puertorriqueñista arrasa en la calle”.

De entrada, Sánchez aprovechó la oportunidad del foro internacional para solidarizarse con el actual y colectivo reclamo de excarcelación de Óscar López Rivera. En ese sentido, le dedicó su ponencia a un “hombre de acción”. En definitiva, el discurso de Luis Rafael fue el más aplaudido – las ovaciones se sintieron en varias ocasiones mientras el escritor leía – de los que figuraron durante la apertura del Congreso. Una vez más, el distinguido autor demostró la capacidad que tiene para hilvanar su pensamiento en una redacción creativa, asertiva y socialmente crítica. De hecho, el dominio de la lengua española es lo que le ha permitido convertirse en un escritor de alto calibre, además de una digna voz representante de los puertorriqueños en el exterior.

El VII encuentro de la lengua española contará con decenas de ponentes que vinieron de muchas partes del mundo para exponer sus ideas ante el público puertorriqueño. Hasta este próximo viernes 18, el idioma español continuará entablando una red de conexión entre el público hispanohablante asistente al Centro de Convenciones de San Juan.

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